La estrategia del todoterreno
Nadie pensaba que España iba a ganar. Así se gritó a los cuatro vientos antes de la eliminatoria y justo después de que se lesionara Rafa Nadal. Pero esta España, un equipo de verdad, de los que no se rompe por nada, ha salido respondona. Se ha sobrepuesto al alargado calendario, al sonoro público, a la asfixiante presión, a una pista extraña y a la ausencia del número uno. El equipo, gobernado perfectamente por el capitán, ha podido con todo. Una proeza que todos los españoles debemos agradecer.
La presencia de Nadal, maestro inigualable sobre la arcilla, exigió al contrario la elección de una pista rápida. Se trataba de incomodarlo. Así, Argentina atendió a la condición de Nadal, pero obvió la del equipo español, multiusos por definición -Feli y Verdasco se desenvuelven con igual o mayor soltura en las pistas rápidas-. La ausencia de Rafa, además, le atribuyó al rival la papeleta del favorito. Una rémora que Del Potro no ha superado. Joven y con escasa experiencia en las finales o en las eliminatorias de la Davis, a Del Potro le han dolido las uñas tanto como se le ha atragantado la responsabilidad y la presión. Tampoco le ayudó el calendario, estirado al máximo este curso, hasta el punto de que ha durado once meses enteros. Al igual que Rafa, Del Potro ha ganado y disputado muchos partidos durante el año, pero ha llegado a la final fundido de fuerzas. Jugó su primer partido desencajado y en el segundo optó por ceder la responsabilidad a Acasuso. Máxima irrealidad: ventaja para España, equipo todoterreno.
Lo conseguido, sin el 'número uno', es impresionante. Sin Nadal, también ganamos
Jugar contra zurdos es un problema. Yo sudaba la tinta gorda porque te proponen un tenis distinto al habitual y porque su drive es el revés de los diestros. España cuenta con Nadal, Feliciano y Verdasco, tres zurdos. Nadal no llegó a tiempo, pero los dos últimos se llevaron el dobles, un punto impresionante y fundamental. Causa directa es que Fer y Feli son amigos, se conocen desde niños y disputan algún torneo en el circuito como pareja. No así Calleri y Nalbandian. Fue, en cualquier caso, otra decisión estupenda del capitán. Como la de sentar a Verdasco en el primer partido y dar la tentativa a Feliciano; como la de relevar a Ferrer por Verdasco en el tercero. ¿Quién se acuerda del plan b y de las críticas que vertieron sobre Emilio? Pues bien, Emilio ha mantenido un equipo competitivo hasta el final, cuando el curso había acabado. Tanto, que han ganado la Ensaladera. Mucha gente se morderá la lengua la próxima vez. Que Emilio lo disfrute. Se lo merece.
Ferrer perdió su punto, pero su presencia ha sido capital para alcanzar la final. Queda eximido de toda culpa. Que descanse y regrese como lo que es, otro campeón. Verdasco ha estado enorme porque nunca se doblegó. Ni ante su suplencia inicial ni ante los alaridos del público argentino, correcto menos en un momento puntual del encuentro de dobles. Pero la clave ha sido Feliciano, que nos regaló el primer punto -el más importante, porque nos abrió las puertas del sueño- y porque transformó el ambiente pesimista que envolvía a todos en esperanza. Todo un equipo.
Me he emocionado mucho porque he recordado lo que hicimos Arancha y yo en la Copa Federación. Me he entusiasmado porque lo conseguido, sin el número uno del mundo, es impresionante. Sin Nadal, también ganamos. Es una victoria de equipo. España no se acaba.
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