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Columna
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Caza de brujas nocturnas

A raíz del asesinato del joven Álvaro Ussía en el Balcón de Rosales a manos, presuntamente, de los porteros del local, el Ayuntamiento ha puesto a la noche en entredicho y ha clausurado en 24 horas otras cuatro discotecas muy conocidas de la capital. Y habrá más cierres. Las razones esgrimidas por la autoridad se reducen a una sola, pero muy sinuosa: no están en regla las licencias de funcionamiento. Eso suena a parábola oriental. No se entiende cómo hemos llegado a esto; todavía colea el desdichado caso Guateque. Puede que sea el mismo caso.

El marasmo administrativo ha inoculado tal cacao en la opinión de los ciudadanos que esto parece una película en la que no se sabe quiénes son los buenos y los malos. Lo que antaño era la famosa vida nocturna de Madrid está en uno de sus peores momentos. Al margen de otras consideraciones, es un dato negro para la economía de la región, donde las empresas de ocio nocturno generan el 2,5% del producto interior bruto, lo mismo que la agricultura y la ganadería juntas. Los fines de semana estos locales son visitados por más de 700.000 personas. Hay muchos puestos de trabajo por medio. Sigue habiendo muchos locales pendientes de la dichosa licencia. ¿Quiere esto decir que cualquier día les pueden poner el cerrojazo porque sí?

La noche y la seguridad son dos aspectos que podrían complicar la candidatura olímpica de Madrid. La caza de brujas ha de hacerse con urgencia y con tino. Aún se puede.

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