"Me reservaron un asiento tranquilo y me salvaron la vida"
La superviviente finlandesa del vuelo de Spanair relata el accidente
La finlandesa Anna-Maija Stefanides, de 56 años, había volado varias horas cuando se montó en el avión MD-82 de Spanair. Ese 20 de agosto había madrugado para desplazarse desde Estocolmo, donde vive, a Madrid y de ahí coger un trasbordo a Gran Canaria para visitar a unas amigas. El madrugón le salvó la vida. En la ventanilla de facturación le "reservaron un sitio tranquilo" para que pudiera descansar después de tanto tiempo viajando. Le dieron el asiento número 4. "Mi número de la suerte", dice. Stefanides fue una de las 18 personas que se salvó de la tragedia aérea del aeropuerto de Barajas en la que murieron 154 personas.
"Sin duda mi ángel de la guarda me acompañaba en ese viaje, de lo contrario no puedo explicarme que aún esté con vida", declara Stefanides en una entrevista que publicó ayer el periódico finlandés Iltalehti. "Ya al subirme al avión tuve la sensación de que no todo funcionaba como debería. Era un día muy caluroso y por el sistema de aire acondicionado solo salía aire caliente", agrega.
"Ya al subirme al avión pensé que no todo funcionaba como debería"
Tras el primer amago de despegue fallido, Anna-Maija comenzó a ponerse nerviosa: "Comprendí rápidamente que algo fallaba. La velocidad en pista nunca fue la necesaria. Tras la primera gran sacudida, apoyé la cabeza entre las piernas y me cubrí con los brazos. Después fue como si cruzáramos un barbecho. Pude ver el pánico en los ojos del señor español que estaba a mi lado".
Tras el golpe perdió el conocimiento. Cuando despertó estaba cubierta de agua hasta los hombros. El impacto la había lanzado hasta el río cercano, lo que la salvó de la expansión letal del fuego. "A mi alrededor no había otros pasajeros sentados. Pude desabrocharme el cinturón, pero mis piernas estaban atrapadas en algo. La única idea que tenía en mente era mantener la boca y la nariz fuera del agua, o del líquido que me rodeaba; en algún momento pensé que era gasolina" recuerda. Oía gritos de niños y poco a poco fue dándose cuenta de lo que pasaba.
"De pronto un hombre rescató a un niño pequeño que tenía cerca", relata. Poco después fue trasladada a un hospital de campaña con uno de sus pulmones reventado, el esternón se había salido de su lugar, fracturas en una pierna y en cuatro costillas, además de una herida en la cabeza. Allí vio al niño pequeño, que se había quedado sin familia.
Por ahora, Anna-Maija Stefanides concluye su periodo de recuperación en casa haciendo algo de gimnasia y tejiendo. El marido de Anna-Maija es médico y uno de sus hijos enfermero. Está en buenas manos.
Como forma de derrotar a los fantasmas la familia hará un viaje de vacaciones a España en febrero del año que viene. "Un amigo me ha asegurado que ahora podré volar de forma segura durante unos 800 años todos los días", concluye una de las sobrevivientes de Barajas.
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