¿Y nosotros, podemos votar?

Derribar las tres chimeneas de Fecsa o mantenerlas en pie con otro uso más allá de su cierre, en 2010, se preguntan los vecinos del Sant Adrià de Besòs estos días. Desde su construcción en 1973 han convivido con ellas y ahora que han quedado obsoletas deciden en un referéndum organizado por el Ayuntamiento su futuro. "¿Y los de Barcelona, podemos votar?", se preguntan algunos vecinos encuestados en la ciudad y en otras partes del Área Metropolitana. "Pero si se ven desde todas partes". En Sant Adrià la corriente dominante apuesta por la conservación, aunque las urnas se llenan poco a poco. Ayer cerraron la segunda jornada de la consulta, abierta hasta el domingo, con casi 400 votos.

Humo, polvo negro y ocasionales cortes en el suministro causados por las viejas instalaciones han marcado la relación de los adrianenses con las chimeneas, pero son uno de los últimos vestigios de su pasado industrial y muchos dicen que echarían de menos a la enorme mole de hormigón. Desde el Fórum, el Poblenou y Sant Martí, en Barcelona, se ven recortadas sobre el horizonte al final de algunas calles. Es la construcción más alta de toda el Área Metropolitana, ha sido objetivo de los fotógrafos (y grafiteros) en numerosas ocasiones, telón de fondo de anuncios y videoclips.

"Yo conocí a un pariente del arquitecto que las levantó, siempre hablaba de ellas. A mí me gustaría votar en el referéndum y pediría que se quedaran", dice José Luis Armillas en su laboratorio fotográfico frente a Diagonal Mar. "Creo que estéticamente, además, tienen su valor". Hay opiniones en el otro extremo: "Pues yo no les veo ningún atractivo", dice Neus, farmacéutica en la Rambla de Prim, con cara de sorpresa. En Sant Adrià hay quien las ha adoptado como un símbolo de la ciudad. "Eso es porque hay gente muy romántica", tercia resoluta. "Yo creo que en esos terrenos se podrían instalar otros equipamientos".