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El entorno de Roca presionó a empresarios para recaudar fondos

Un testigo asegura que debía "hacer pupa" a Ávila Rojas si no abonaba 18 millones

"Mostrarse duro y si es necesario, hacer pupa". Extorsiones para lograr liquidez. Pagos en monedas de oro. Móviles para usar y destruir después de encargos sucios... Los tintes de novela policiaca barata que acumula el caso Malaya adornan una jugosa instrucción que parece no tener fin. Según ésta, María Rosa Jimeno, mujer del supuesto cerebro de la corrupción en Marbella, Juan Antonio Roca, le pidió al empresario Carlos Sánchez que organizara extorsiones ante la falta de liquidez que atravesaba. Sánchez le exigió dinero al constructor Rafael Gómez, Sandokán, según un auto del juez instructor, Óscar Pérez.

Los planes de Sánchez continuaron y la siguiente víctima iba a ser el constructor granadino José Ávila Rojas, al que exigiría 18 millones. Pero el esbirro se arrepintió y acudió a la policía para revelar la, según él fallida extorsión, según dicho auto. El magistrado detalla cómo el testigo protegido debía pedirle la elevada suma a Ávila Rojas, y si éste carecía de dinero en efectivo, tenía que exigirle las escrituras de una finca en Toledo y otras de un hotel en México. "Para ello, le conmina a mostrarse duro y si es necesario hacerle pupa. Igualmente le anticipa que deberá desplazarse a la República Dominicana para recoger documentación y después a México".

"Al testigo se le entregan monedas de oro en pago por sus servicios"
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Sánchez debía conocer muy bien los negocios del constructor granadino, según el auto de procesamiento del caso: "Ávila Rojas y Carlos Sánchez son socios y tienen negocios en común en Granada y la República Dominicana", detalla. Ahora, el juez Pérez alerta sobre cómo la extorsión es "la confirmación de la sospecha de cuentas económicas pendientes" entre Ávila Rojas y Roca por sus negocios comunes.

Después de varios contactos telefónicos, Sánchez y Ramón Cantero, administrador de varias sociedades, envían al confidente a recoger un paquete a una tienda de telefonía móvil de Torre del Campo (Jaén) a nombre de Sánchez. Después le citaron en Madrid. Allí tendría que encontrarse primero con la mujer de Roca y después con Carlos Sánchez. Este último "le hizo entrega de otro teléfono" y le dijo "que cuando hiciera el encargo se deshiciera de él", subraya el auto. "Al testigo se le entregan teléfonos para ponerse en contacto, cuadros que transportar fuera del cauce normal, monedas de oro en pago de sus servicios, etc.", explica el juez sobre los modos de la "trama criminal" en la que se investiga de manera especial "el ocultamiento de un importante patrimonio que se sospecha procede del delito".

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La policía ha intervenido esta semana más de 900 obras de arte entre Córdoba y Marbella. En su auto, el juez justifica la intervención telefónica para localizar "obras de arte que se sospecha que están ocultas y cuya localización es extraordinariamente difícil". El magistrado cree que Sánchez, considerado amigo y socio de Roca, incurrió en un delito de amenazas condicionales, penado con cinco años de prisión, al sugerir la extorsión.

El empresario Sánchez rechazó ayer las acusaciones. "Me parece una farsa y una mentira burda. Han hecho un montaje y no conozco de nada al testigo. Hace tres años que no hablo con la mujer de Roca", aseguró.

Por otra parte, la Consejería de Cultura mostró ayer su disposición a colaborar con el juez para el tratamiento de los 917 cuadros y litografías intervenidos esta semana y consideradas en principio auténticas por los expertos. La Udyco localizó en Córdoba las 410 obras en locales del Parque Joyero propiedad del constructor Sandokán, pero no en las naves ilegales que este mismo empresario tiene en la ciudad, tal y como publicó por error este diario. El juzgado deberá ahora decidir el destino de las piezas para su tasación.

El peritaje de las piezas de artistas como Sorolla, Tàpies, Dalí, Miró, Ismael Gómez de la Serna o Benjamín Palencia, se prolongará previsiblemente durante más de un año, tal y como sucedió con las 413 obras incautadas a Roca y trasladadas al Palacio de la Aduana de Málaga, al comienzo de la operación Malaya.

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