Variantes

Están quienes adoran a Obama por negro y quienes lo adoran por blanco. Están quienes lo odian por negro y quienes lo odian por blanco. Están quienes creen que es un falso negro y quienes creen que es un falso blanco. Están quienes lo consideran valioso porque no cambiará nada bajo la apariencia de cambiarlo todo (al modo en que, según Phil K. Dick, los alemanes ganaron la II Guerra Mundial haciéndonos creer que la habíamos ganado los buenos), y quienes temen que acabe con la pena de muerte, prohíba la libre circulación de armas, ponga límites al capitalismo o legalice el matrimonio gay. Están quienes le aplauden por ser un patriota de verdad y quienes lo exaltan por ser un patriota de mentira. Están quienes piensan que hará una política de derechas y quienes piensan que hará una política de izquierdas. Pero están quienes aseguran que hará una política de derechas con caligrafía de izquierda y quienes afirman que hará una política de izquierdas con trazos de derecha. Finalmente, están quienes creen que es un negro disfrazado de negro y quienes creen que es un blanco disfrazado de blanco. Lo cierto es que casi todas las variantes señaladas abundan en la idea de que se trataría de un híbrido (de un impostor, según otros), al contrario de McCain, que sólo puede ser lo que aparenta. Lo bueno es que todas las combinaciones señaladas son posibles. Quizá el mismo Obama no sepa a estas alturas si es negro o blanco, republicano o demócrata, indio o americano, sin dejar de lado la posibilidad de que sea un blanco aquejado de una nostalgia negra o un negro poseído por una lógica blanca. Pero no nos agobiemos, al menos hasta el día en el que se levante negro de una pieza o blanco de una pieza. Yo mismo, que soy negro, he sobrevivido haciéndome pasar por blanco, y eso, lejos de hacerme peor, me ha dado mucha versatilidad.
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