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Reportaje:Liga de Campeones | Cuarta jornada

Nedved, un líder a escondidas

El medio checo, alejado del 'glamour', sigue siendo un puntal a los 36 años

Eleonora Giovio

Desde el túnel de los vestuarios del Bernabéu, salió ayer a entrenarse con un gorro de lana gris y una bufanda que sólo mostraban sus ojos azules y algún mechón de su melena rubio chillón. "Es su estilo", decían algunos empleados del club. No se referían a su forma de vestir, sino a lo que Pavel Nedved (República Checa, 1972) representa en la Juve, equipo al que llegó en verano de 2001. Al centrocampista checo, de 36 años, le gusta esconderse. Es uno de los líderes del vestuario, pero ejerce su poder lejos de los focos. De su influencia dan fe los resultados. Incluso en Chamartín. El Madrid nunca superó una eliminatoria frente a Nedved.

Es reservado. Casi no concede entrevistas. Los que le conocen dicen que no le gusta hablar. Pero en su entorno aseguran que hay algo más. Cuando ganó el Balón de Oro en 2003 se hinchó a entrevistas y, como el año siguiente su rendimiento bajó, debió pensar que aparecer en los medios le había traído mala suerte. Y dijo basta. Es tan reservado que ha decidido vivir en las afueras de Turín para estar más tranquilo. "Prácticamente no conoce la ciudad. Vive en las afueras, en Fiano, un pueblo de 2.500 habitantes, y los hijos van al colegio allí. Le gusta la naturaleza y vivir rodeado como mucho de tres o cuatro casas", cuenta un empleado del club italiano. Nedved ha elegido una mansión rodeada de campos de golf, su segunda pasión. Huye tanto del glamour y de la vida clásica del futbolista que, cuando su hermana le visita y los amigos le preguntan a qué restaurante le lleva, él siempre contesta lo mismo: "A la pizzería del pueblo, ¿adónde más?".

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Ese estilo de vida tan campechano le hace ser uno de los más queridos en el vestuario aunque, para él, eso ya no es lo que era. "El fútbol cambió tanto que ya casi no hay comunicación en los vestuarios. Van todos con los cascos y la música a tope; es imposible hablar y saborear ese momento previo al partido", dijo en una ocasión. La tecnología no va con él. Y quizás por eso regaña a todo el que -sea un compañero, técnico o empleado- lleve el móvil encendido en las comidas.

Cuando la Juve bajó a Segunda decidió quedarse junto a Buffon y Del Piero. No quiso abandonar el barco, aceptó reducir su sueldo para que el club no se hundiera económicamente y se convirtió en uno de los pesos pesados del vestuario. Hace un par de semanas, cuando el equipo estaba sumido en una de sus peores crisis, un grupo de fanáticos esperó a los jugadores en el aeropuerto. Él fue quien salió a hablar con ellos junto a Buffon.

Marcello Lippi decía de él que "no dejaba de correr ni cuando dormía". Es una especie de Forrest Gump del fútbol. Y sus compañeros dan fe de ello. "Es el que más se cuida. Sale a correr por su casa todos los días antes del entrenamiento. También el día de Reyes y de Nochevieja. No falla uno". Y, cuando estaba en Segunda, cogía el coche entre semana para hacer esquí de fondo. Sin embargo, parece que el día en que Nedved deje de correr se acerca. Tiene contrato hasta finales de esta temporada. En el club le han ofrecido un año más. "No seguiré. Empiezo a notarme cansado", respondió. No es de extrañar para alguien que recorre más kilómetros por partido que Gennaro Gattuso. Lo que sí tiene claro el checo es que seguirá en Turín y en la Juve. Su idea es entrenar a los juveniles. "De los viejos, es con quien hacen más migas quienes suben de la cantera al primer equipo", dice otro empleado del club.

Nedved celebra con Marchionni un gol al Roma el sábado.
Nedved celebra con Marchionni un gol al Roma el sábado.REUTERS

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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