El Madrid se parte por el medio
Schuster se empeña en despoblar su centro del campo y el Almería lo aprovecha
El Madrid se dejó dos puntos en Almería. Pero esa no fue la peor noticia para el equipo de Schuster, que se parte por el medio porque prescinde de centrocampistas puros, lleva semanas sin jugar bien, y poco a poco se ha ido sumiendo en una situación preocupante. Ha sufrido dos derrotas y dos empates en los últimos cinco partidos. O endereza el rumbo o se tendrá que acostumbrar a la mediocridad.
El Almería no es el equipo armónico del año pasado pero conserva el entusiasmo. Empezó presionando al Madrid con orden y energía. La misión consistió en meter al Madrid en su campo. Empujado contra su área, el Madrid se ve obligado a emplear la imaginación. Como es un equipo con pocos centrocampistas, la necesidad de elaborar las jugadas con más de tres pases le supone un problema. Gago y Diarra no lograron dar cadencia ni profundidad a las posesiones y Sneijder, sin poder ejercitar su disparo, perdió picante. Apretado por todos los frentes, a 50 metros de la portería de Alves, el Madrid sufrió para poder trasladar sus cañones al perímetro de tiro. Durante media hora, el partido se resumió en el avance penoso de los madridistas. En esta fase Robben fue un aventurero solitario. El único zapador de la compañía, hundido en el barro y sin pala.
ALMERÍA 1 - REAL MADRID 1
Almería: Alves; Bruno, Chico, Pellerano, Mané; Juanito (Soriano, m. 72), Álvarez; Juanma Ortiz (Uche, m. 46), Corona (Crusat, m. 46), Piatti; y Negredo. No utilizados: Esteban; José Ortiz, Solari y Carlos García.
Real Madrid: Casillas; S. Ramos, Pepe (Metzelder, m. 48), Cannavaro, Heinze; Gago, Diarra; Sneijder (Guti, m. 78), Robben; Raúl e Higuaín (Van der Vaart, m. 71). No utilizados; Dudek; Marcelo, Drenthe y Saviola.
Goles: 0-1. M. 37. Cabezazo de Raúl a pase de Higuaín. 1-1. M. 81. Piatti tras un centro de Crusat.
Árbitro: González Vázquez. Enseñó cartulina amarilla a Uche, Sneijder, Soriano y Casillas.
Unos 20.000 espectadores en el estadio del Mediterráneo.
O endereza el rumbo o el Madrid se tendrá que acostumbrar a la mediocridad
Robben fue un aventurero solitario. El único zapador, hundido en el barro y sin pala
A falta de Robinho, Robben es un caso aislado. En la plantilla no queda otro especialista regateador. Su importancia crece en partidos como el de ayer, cuando se hace imprescindible ensanchar el campo o ganar un mano a mano. El Madrid se aferró a Robben para salir del atasco. Pero lo hizo sin coherencia. Jugando a ráfagas. Víctima de su aislamiento, sin un compañero que le dé el balón en zonas calientes, Robben se olvidó de relacionarse. Cayó en el individualismo. Cuando ganó la espalda a sus marcadores perdió contacto con sus delanteros. Higuaín y Raúl le reclamaron pases que prefirió jugarse tirando a puerta. Fueron tiros blandos.
El Almería, como el Athletic o como el Real Irún, no necesitó hacer un gran despliegue. Cada vez que Schuster prescinde de centrocampistas puros somete a su equipo a un doble esfuerzo. Lo hace así porque se obstina en jugar con tres delanteros, o con cuatro. No quiere quitar a Raúl ni a Higuaín, y, como sentar a Robben implica aplanar al equipo, el resultado es que juegan los tres. Esta medida, de inspiración política, tiene contentos a los veteranos pero deja al medio campo en los huesos y aísla a los puntas.
Mientras el Almería mantuvo una mínima intensidad defensiva, el Madrid no pudo salir de la cueva. Cuando aflojó el lazo, al final de la segunda parte, el Madrid avanzó 20 metros. Lo suficiente para aproximar a sus tiradores a la zona en la que resultan eficaces. Ante el Madrid, todos los equipos que se repliegan, lo pagan. Higuaín se lo recordó a la defensa local con una internada aparentemente inocua. El argentino consiguió revolverse cerca del córner y metió un centro medido y tenso. Raúl, que se anticipó a Chico en palomita, desvió el balón a gol de un frentazo.
El Almería supo reponerse en el vestuario. Revisó los errores y Arconada removió bien el banquillo. Entró Crusat y entró el optimismo. El ex canterano del Espanyol se colocó como extremo izquierdo y empezó a percutir sobre Ramos. El efecto fue inmediato. La vitalidad de Piatti por la derecha y el desborde de Crusat por la izquierda alentaron al Almería. El partido pasó del barro al asfalto. Hubo ruido en las dos áreas. Las ocasiones se repartieron y en plena refriega ocurrió algo que desestabilizó la poca consistencia que le quedaba al Madrid: se lesionó Pepe.
Sin Pepe, su central más rápido, el Madrid se abocó a la calamidad. Entró Metzelder, lo que equivale a defender en el área chica, y provocó algo parecido al efecto dominó. El centro del campo se hundió por completo. Gago y Diarra no lograron contener la avalancha. Crusat primero y Soriano después pusieron a prueba a Casillas. Hasta que Diarra perdió un balón en la frontal del área, Julio Álvarez abrió para Crusat, y Crusat centró para que Piatti metiera el empate.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.