Houston: tenemos un problema
El pasado 1 de Octubre la televisión nos recordaba una curiosa efeméride: el cincuentenario de la creación de la NASA. Y, como no podía ser menos, lo celebraba con la célebre y ya popular frase. Abundemos -por qué no- en el argumento. Sin duda, el 2008 será recordado por el estallido de la crisis financiera internacional que ya ha generado ríos de tinta y algún que otro eufemismo léxico como la generalización del término "rescate" (más propio de acciones humanitarias) al salvamento in extremis de la banca de inversión hundida en la miseria por la avaricia y/o incompetencia de sus gestores.
Ésta -la crisis financiera y sus efectos dominó- es sin duda uno de los problemas que "padecemos" (siempre de forma asimétrica). Pero quizá nos olvidamos en exceso de que, aunque sea de forma subyacente, el problema más grave es la creciente contaminación de nuestra atmósfera mental por un combinado de opacidad, excusas, mentiras o medias verdades, manipulación e intoxicación informativa. Si disponer de una buena teoría explicativa es la mejor de las políticas, la confusión inducida a diferentes niveles por la desinformación generalizada es probablemente el principal obstáculo para abordar con eficacia los problemas. Muchos tuvimos la compañía de Erich Frömm y su Miedo a la Libertad. Aunque desgraciadamente no sea ninguna novedad a poca historia que se haya leído, hoy como ayer seguimos también atrapados por el miedo cerval a la verdad de que hacen gala gobernantes, poderes fácticos y acólitos media. Una población formada e informada siempre es más difícil de someter o manipular.
"Una población formada e informada siempre es más difícil de someter o manipular"
No es menester que algún miembro de la tribu de los que suelen estar siempre au dessus de la melée, se moleste en recordarme que la verdad no existe por tratarse de un concepto ideal, abstracto, metafísico... al igual que la belleza, la bondad, la libertad etc... La percepción de la realidad contiene elementos de subjetividad y, por tanto, una cierta dosis de relativismo es altamente recomendable. Pero sólo hasta cierto punto porque las cosas, mal que les pese a más de uno, son como son y no como parecen. Se admiten matices -faltaría más- pero negar las evidencias con la excusa de que todo es relativo, complejo, depende del punto de vista y del color del cristal con que se mira puede ser una pose tan "interesante" como estéril y cómplice (voluntaria o involuntariamente) de la ceremonia de la confusión.
Evidencias (con matices pero sin negaciones absurdas) tenemos para dar y vender así en el mundo mundial como a escala "local". Elija Vd., estimado lector, el foco y el angular que prefiera. Quizá no esté de más comenzar por un tema tan aburrido como el hambre y la pobreza que todavía dominan el planeta aunque no siempre sean noticia de primera página. El jueves 18 de septiembre la FAO reconoció como "posibilidad remota" el que se alcance el famoso Objetivo del Milenio (reducir a la mitad el hambre en el mundo en el 2015). Tan remota que debido al aumento de precio de alimentos y fertilizantes por el efecto combinado del incremento de la demanda, la producción de biocombustibles y la especulación, el número de hambrientos del planeta se ha incrementado en 75 millones y asciende ya a 923 millones de personas. Bonito panorama si, además, se tiene en cuenta que para cumplir el dichoso objetivo el esfuerzo financiero necesario que se estimaba no llegaba a la cuarta parte del "plan de salvamento" propuesto por el bombero pirómano, el Sr. Bush.
Sin dejar la escala "global", a estas alturas de la película parece bastante demostrado que la omnipresente crisis financiera internacional -que tampoco es relativa ni subjetiva- tiene nombre y apellidos. Sin perjuicio de lo que den de sí las investigaciones del FBI sobre posibles fraudes, parece evidente que el estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos (que tampoco fue casual ni cosa del Destino) ha derivado en una enorme bola de nieve con cara de crisis financiera internacional debido a la excelente regulación que sobre los productos financieros de la banca de inversión americana (las ya tristemente famosas sub prime) se llevaba a cabo desde la Reserva Federal, el Tesoro, el FMI, o la Casa Blanca. Que más de un directivo de dicha banca haya sido "despedido" recientemente con unas indemnizaciones que quitan el hipo es algo que le añade a todo este asunto unas gotas de vitriolo.
Un pequeño fallo del mercado (opaco y manipulado) que pagamos o pagaremos justos por pecadores en formas variadas: exportación de la crisis a Europa y sus consabidos efectos colaterales no "deseados" como el aumento del paro y de las dificultades para los que menos defensas tienen. Dicen que después de esta pesada broma nada será igual. Quizá lo digan porque puede ir a peor. Ya dice el refrán cubano que lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo. Puro humor negro sí señor. Hay quien prefiere la denuncia directa: "Sufrimos los efectos de los actos de rapiña de una pandilla de sinvergüenzas y rufianes que han llevado a sus empresas a la ruina y han puesto en jaque a todo el sistema financiero mundial mientras se embolsaban más y más millones de dólares con ejercicios tan delictivos como multiplicar los papelitos de hipotecas imposibles -papel del Monopoly- y venderlas por todo el mundo" (José Maria Izquierdo. EL PAÍS 29-IX-2008, página 27). Se podrá -quizá- decir mejor pero no más claro. Chapeau.
Cambiemos de escala para ser fieles al neologismo del glolocal. Y por seguir con la economía y la crisis, conviene apresurarse a decir que todos los gobiernos del Reino de España (el central y los autonómicos) pueden colgarse la medalla de haber dejado que la economía se deslizara por la pendiente de la burbuja inmobiliaria sin tomar medida alguna ni preparar solución de recambio para los tiempos de vacas flacas. Ahora le llaman "cortoplacismo": otro palabro de moda innecesario cuando existen términos más sencillos e inteligibles como avaricia (de unos) o incompetencia (de otros). Que la crisis financiera internacional sea un factor agravante es una obviedad que no autoriza a echar balones fuera y dejar de reconocer que, con o sin sub primes, la crisis estaba cantada. Los esfuerzos de Zapatero o Solbes por dar a entender otra cosa son un tanto patéticos aunque todavía lo es más la bastarda estrategia "anticrisis" de Camps: pedir más dinero y declarar día tras día a Zapatero enemigo público de los valencianos. Ni Camps, ni Blasco ni González Pons han roto un plato y por eso la economía valenciana está respondiendo tan bien ante la crisis. Lo que no tienen es vergüenza.
Hay otros motivos de sonrojo: el déficit galopante, el caos territorial (nadie piensa en aprovechar la crisis para poner orden), el sangrante paripé de la Educación para la Ciudadanía (Font de Mora se ha superado a sí mismo y ha descubierto que la pérfida asignatura induce a los niños a votar socialista), el cínico descaro de monseñor Gasco comparando los problemillas legales que arrastra su facultad de Medicina con la persecución de Cristo, el impenitente autobombo del diunvirato... Será mejor protegerse de los peligros del sofocón ante tanta palmaria estupidez y mala fe y dejarlo para otro día. ¡Qué cruz! Houston, tenemos un problema. Corto y cambio.
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