Formación
El Consejo de Administración de RTVE cuesta, en salarios, algo más de millón y medio al año. Eso dijo ayer ante el Congreso el presidente de la corporación, Luis Fernández. No fue una sorpresa. El sueldo medio de los consejeros, entre los que figura el propio Fernández, ronda los 130.000 euros. ¿Parece mucho? No lo es. El político español (y los consejeros de las televisiones públicas, como se sabe, son políticos) sale relativamente barato, en comparación con el francés, carillo, o el italiano, carísimo.
También es cierto que con un sueldo de político pueden hacerse maravillas: entre las dietas, los viajes gratuitos o semigratuitos, las comidas por la cara y, en ciertos casos, la vivienda oficial, da para ahorrar bastante.
Lo destacable, en cualquier caso, no es el sueldo. A niveles directivos, se cobra mucho más en la empresa privada. Eso acaban descubriéndolo casi todos los políticos. Por razones que se me escapan, la mayoría de ellos llegan a la política sin apenas experiencia en el trabajo real, ese que ahora se pierde con tanta facilidad, y sin que el trabajo real haya mostrado interés apreciable en contar con ellos. También por razones misteriosas, el mismo político que fue una nulidad en el mercado laboral alcanza, en cuanto cesa en sus altas funciones públicas, una cotización altísima en la bolsa de los ejecutivos.
¿Qué se deduce de todo esto? Que el político español se conforma con un sueldo medianito porque, en realidad, está en prácticas. Está en formación profesional. Miren lo de Acebes: antes de dedicarse al PP y a descubrir que el 11-M fue obra de ETA, era un licenciado en Derecho que no había ejercido como abogado. Ahora, con la misma inexperiencia jurídica que a los 25 años, abre un bufete mercantil en la zona noble de Madrid. Sin dejar el escaño y el sueldo de diputado, por supuesto: el hombre tiene interés en seguir formándose profesionalmente, cosa que le honra.
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