"El Bilbao posmoderno sigue siendo reconocible en sus esencias"

María Jesús Cava, bilbaína y catedrática de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Deusto, aliña en su último libro, Un paseo por la historia de Bilbao, editado por dicha institución académica, un trabajo historiográfico riguroso con unas gotas de humor para repasar la historia de la villa, de su fundación a la actualidad.

Pregunta. ¿La ciudad se ve con nuevos ojos después de leer su libro?

R. No soy tan ambiciosa, pero sí pretendo que el lector aprecie los detalles y desarrolle no una visión chovinista, pero sí una lectura de autoestima necesaria. Estudio la vida cotidiana y ofrezco una visión más ajustada y documentada de los acontecimientos y personajes. A pesar del proceso de reconversión y posmodernidad, la ciudad sigue siendo reconocible en sus esencias.

"La época más gloriosa de la villa es la que le queda por vivir"

P. ¿Cómo define esa identidad bilbaína?

R. Rompo con el estereotipo vulgar e histriónico del bilbaíno fanfarrón y soez. Destaco, en cambio, el carácter que imprimen las coordenadas geográficas y el espíritu mercantil. Desde la Carta Puebla a las primeras chimeneas y la actual reconversión hay un desarrollo de la actividad comercial que implica una tenacidad a prueba de bombas.

P. ¿Cuál fue la época más gloriosa en la vida de la villa?

R. En verdad, creo que la más gloriosa es que le queda por vivir, porque Bilbao se ha reinventado y se ha adaptado muy bien a los esquemas de la globalización. En los felices años veinte, el periodismo local ya insistía en que Bilbao se parecía a París. Ahora, aunque esté sometido a los embates de la economía internacional, hay muy buenas premisas para augurar un hermoso futuro. No sólo por los planes de arquitectos de firma, sino, sobre todo, por la energía de la ciudadanía. Mi libro no está hecho para la nostalgia. Apuesto por conocer la historia para construir un futuro mejor.

P. ¿Cuál es su paseo preferido por Bilbao?

R. Recorrer el Campo Volantín, que me trae remembranzas colegiales, del Ayuntamiento a Botica Vieja. Contemplo la espectacularidad de los puentes, cuya simbología me apasiona. Es cierto que el feísmo del paisaje industrial contenía cierta belleza, pero no me recreo en la estética destructiva. Me horrorizaría ver los Jardines de Albia rodeados de rascacielos, pero creo en la vanguardia cultural.

P. Si Diego López de Haro levantara cabeza...

R. Se sorprendería, claro, pero si alguien le explicara todo lo acontecido, las decisiones tomadas y que la Ría sigue siendo la arteria principal, creo que su balance sería positivo.