Rompeolas financieros
Un observador ajeno ha podido asistir perplejo a los acontecimientos de las últimas semanas: bajadas en picado en Bolsa de valores bancarios y subidas milagrosas. Y no hubiera sido una reacción muy alejada a la que se ha vivido en la industria.
Coincidiendo con las caídas, una bajada concertada y sin precedentes de tipos de interés, un incremento de inyecciones de liquidez o iniciativas para la compra de activos tóxicos; ningún argumento aparente para justificar una caída de las valoraciones en Bolsa. No obstante, con un poco de perspectiva, podemos intuir que todo lo sucedido era resultado de conductas racionales.
Los inversores deben vivir con las consecuencias de sus actos, y a veces éstas no son positivas. Es un principio de la economía. ¿Se puede definir como irracional la decisión de vender de un accionista bancario expuesto a impactos pendientes de Lehman Brothers? Recordemos que el viernes 10 de octubre le vencían contratos de CDS por 400.000 millones de dólares. Por otro lado, no se debe olvidar que las actuaciones individuales pueden reflejar decisiones racionales, pero el agregado no necesariamente.
Desde la propia industria y desde las instituciones se hace hincapié en la buena salud de la banca española
En definitiva, ni dichas medidas ni las expectativas de coordinación en el G-7 eran suficientes para restablecer la confianza.
A partir del lunes, otro entorno. Reino Unido, primero, pero, sobre todo, el Eurogrupo, en su reunión del día 12, introdujeron medidas extraordinarias en una dirección más acertada para devolver confianza: garantizar la liquidez, facilitar la financiación y asegurar la solvencia de las entidades, al tiempo que elevar los mínimos de los fondos de garantía de depósitos (en España, 100.000 euros). Resultado: subidas en Bolsa el lunes 13. Medidas todas ellas adoptadas por el Consejo de Europa el jueves, a las que se añadirán otras nuevas para fortalecer la economía real. Al margen, desde la propia industria y las instituciones se nos ha recordado la buena salud de nuestras entidades basada en un modelo de negocio alejado de la banca de inversión y la innovación financiera irresponsable, y soportado en ingresos recurrentes, una relevante base de ahorradores y un exigente gobierno corporativo y análisis de riesgos. El conjunto debería orientar un comportamiento racional de confianza, alejando definitivamente el fantasma de una ola levantada en EE UU que pudiera acabar rompiendo en nuestras playas.
E. Sánchez y V. Santillana son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Grupo Afi).
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