Un 'espresso' con Brunetti
El detective de Donna Leon desvela una Venecia de rincones sin turistas
Como saben todos los admiradores de Brunetti, lo que le hace sentirse orgulloso de ser veneciano no es lo que destacan las guías turísticas ni los monumentos históricos que tanto gustan al commissario protagonista de las novelas de la escritora estadounidense Donna Leon.
Como la mayoría de los habitantes de la ciudad, él comprende que la singularidad de Venecia pervive en las cosas más corrientes. Pero estos tesoros sencillos no son fáciles de encontrar. De los muchos encantos de Venecia, el de descubrir lugares no transformados por el turismo por los que pasear, detenerse a tomar una copa o disfrutar de una comida, es uno que supera a la mayoría de los visitantes. Aunque los que residen en la ciudad conocen los recovecos que revelan deliciosos vecindarios y zonas que están a apenas unos pasos de las abarrotadas arterias principales, los recién llegados suelen limitarse a las rutas más conocidas por miedo a perderse.
Para alguien que pasee por Venecia, hay pocas cosas mejores que seguir los pasos del commissario Guido Brunetti. Como nativo de una ciudad de 1.000 años de antigüedad, puede que a menudo no se moleste en mencionar los lugares encantadores por los que pasa al investigar un crimen (o, mejor aún, al dirigirse a casa para una de las comidas de Paola), pero conoce su ciudad y sabe dónde encontrar esos lugares.
Tascas llamadas 'bacarai'
En mi libro Paseos por Venecia trazo sus recorridos en las distintas novelas y señalo cada lugar en el que se detiene, describe, pregunta, reflexiona o se preocupa. Los restaurantes en los que come, los bares que frecuenta, los palacios en los que entra. Pero, junto con las rutas de Brunetti, el caminante también encuentra muchos sitios maravillosos además de aquellos que son esenciales en los libros de Donna Leon. Hay dos barrios en especial que ofrecen al visitante un regalo inesperado: la abarrotada y terriblemente turística zona del Rialto y la tranquila y recogida barriada de Cannaregio.
Entre los sitios tradicionales de Venecia que los viajeros suelen perderse se encuentran las pequeñas tascas, llamadas bacarai en veneciano, que salpican la red de callejones que salen de las vías principales. Gustan especialmente a los visitantes españoles porque son lo más parecido que hay en Italia a los bares de tapas. Mostradores llenos de cicchetti (bocaditos en veneciano) ofrecen toda clase de pescados, brochetas de hígado con trozos de polenta, bocadillos triangulares rellenos de proscuitto y alcachofas del tamaño de capullos de rosas. Aún se conservan en esta ciudad de caminantes (después de cientos de años) y son la mejor forma de dar un paseo antes de una comida, probar vinos excelentes y tomar un pequeño aperitivo: ningún sitio tiene una oferta mejor ni que invite tanto a una escapada como la zona que rodea al ajetreado mercado Rialto. Cuando Brunetti visita las tascas de la ciudad, su favorita es la bacaro más antigua de Venecia, Do Mori (San Polo, 429). Su techo, lleno de ollas de cobre colgadas, reluce sobre una larga barra de madera en la que se muestra una mareante variedad de cicchetti que sirven de consuelo al viajero. Es el refugio perfecto en el que alejarse de la multitud y, para Brunetti, constituye una agradable parada que le da fuerzas para subir los 94 escalones que conducen a su cercano apartamento.
Cuando hay una ocasión que requiere algo más lujoso, el restaurante preferido por Brunetti en las novelas es casi siempre Saraceno (San Polo, 726), sobre el Gran Canal y a los pies del puente Rialto. Situado en una zona turística en un sentido diferente, cuenta con un servicio amable, una comida exquisita y unas vistas fabulosas, especialmente las que miran al agua. Al final de mis paseos de Brunetti por la ciudad suelo encontrar allí a admiradores almorzando y compartiendo los recuerdos (y la comida) de su detective favorito.
Hasta hace poco era imposible disfrutar del placer de una comida en el Gran Canal sin tener que ir a uno de los grandes hoteles, o bien recorrer la abarrotada Riva en el Rialto. Sin embargo, durante la década pasada, una serie de tascas y restaurantes más pequeños e informales han abierto en la zona de Naranzaria, un área históricamente ocupada por almacenes abovedados y preciosos pasajes porticados que durante siglos han suministrado fruta y verdura a la ciudad. ¡Es un rincón asombroso!
'Sushi' a precio de ganga
Cruzando el puente Rialto hacia el lado del mercado y torciendo inmediatamente a la derecha, apenas unos pocos pasos y la multitud desaparece, la brisa del Gran Canal se eleva en el aire y el espacioso pavimento de piedra a lo largo de la orilla ofrece muchas oportunidades para sentarse al aire libre. La media docena de establecimientos que ahora están abiertos allí (unos ofrecen sushi; otros, innovadores platos venecianos de pescado) son, además, una ganga. Se puede pedir un espumoso prosecco frío (similar al cava) y pasar la tarde contemplando las góndolas navegando y las luces del palacio encendiéndose en una de las ciudades más hermosas del mundo, todo por tres euros la copa.
Como todos los italianos, a veces Brunetti sólo quiere una buena pizza, lo que no es fácil de encontrar en Venecia. Afortunadamente, una de las mejores de la ciudad se sirve a apenas unas calles de su apartamento, en Antico Panificio (San Polo, 945). De nuevo, gracias a que se encuentra justo a la salida de una de las principales arterias comerciales, ha mantenido una buena calidad y un servicio amable que con frecuencia se ha perdido en las zonas turísticas de la ciudad. Además, su proximidad al mercado Rialto garantiza que todos los rellenos son totalmente frescos y se centran en los productos típicos de la estación: la maravillosa achicoria morada raddicchio di Treviso y las setas silvestres porcini en las estaciones frías, o los tomates dulces datteri en crudo y la albahaca fresca durante los meses más cálidos.
El primer gueto
Tan sólo a diez minutos andando de la bulliciosa estación de tren y cruzando el Canal Cannaregio por el Ponte delle Guglie, se tuerce inmediatamente a la izquierda y la primera calle a la derecha conduce, a través de un pequeño paso subterráneo, al primer gueto de la historia.
En una isla circular bordeada por los edificios de viviendas más altos de la ciudad se escuchan los sonidos cada vez menos frecuentes de la antigua lengua veneciana. El lugar es tan atractivo que Brunetti a veces huye de la Questura para recorrer el camino hasta el Campo del Ghetto, beber a pequeños sorbos un café y relajarse en la gran cafetería que domina la zona abierta.
En otras novelas simplemente deambula por el barrio que califica como "el más bonito del mundo", disfrutando de un lugar con pocas multitudes y lleno de cafés y pequeños restaurantes. El puente de hierro que conduce fuera del gueto sale a un largo canal bordeado por sitios en los que relajarse, beber, comer o simplemente ver cómo los venecianos empujan sus carritos y pasean a sus perros, se paran a tomar un aperitivo y hablan con los amigos. Este paseo tiene hasta seis diferentes, pero se le suele llamar la Misericordia, y es mi lugar preferido para sentarme al aire libre por la tarde. La zona es también el enclave de una de las principales iglesias de la ciudad, la de la Madonna dell'Orto. Menos visitada que muchas otras debido a su ubicación apartada, tiene estupendos cuadros de Tintoretto, que vivió cerca de allí.
Otra excursión realmente deliciosa escapa a la atención de la mayoría de los visitantes, que guardan colas interminables y se empujan entre la muchedumbre para tomar el vaporetto nº 1 que recorre el Gran Canal. Aunque ese viaje es una delicia para fotógrafos y para quienes sólo miran, con su sucesión de palacios e incomparables vistas, en algunas estaciones la incomodidad y el calor hacen que uno desee escapar tanto de las multitudes como de las largas horas caminando fatigosamente sobre los puentes.
Los motoscafi, blancos y negros, y más pequeños, ofrecen una alternativa más tranquila. Los números 51 y 52, llamados los giracittá porque rodean la ciudad entera, son utilizados principalmente por los residentes, especialmente los de Cannaraegio, por lo que realizan muchas paradas, en las que es fácil bajarse a tomar un café y coger el siguiente tras echar un vistazo por los alrededores. Puede que los botes pasen muy poco por el Gran Canal, pero su lento viaje es una bocanada de aire fresco que recorre la laguna, el bacino de San Marco y el Giardini, con agradables vistas de zonas verdes en la pétrea Venecia.
¡Buona caminato, buon viaggio!
» Toni Sepeda es autora de Paseos por Venecia con Guido Brunetti (Seix Barral), que sale a la venta el próximo 21 de octubre.
Venecia y mucho más en la guía de Italia
Guía
Cómo llegar
» Ryan Air (www.ryanair.es; 807 22 09 99) vuela a Venecia desde Girona por unos 70 euros ida y vuelta, precio final.
» Air Europa (902 401 501; www.aireuropa.com) vuela desde Madrid por unos 156 euros.
» Vueling (www.vueling.com; 902 33 39 33), desde Madrid y Barcelona, por 136 euros.
Información
» Turismo de Venecia: www.turismovenezia.it.
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