Avaricia no, miedo
Sólo el oro ha logrado eludir las fuertes caídas de los mercados
Lo del mercado es una masacre. Desde las acciones hasta el petróleo y desde Tokio hasta Londres, los mercados han sufrido caídas enormes. Sólo se ha salvado el oro. La causa inmediata es el pánico en torno a la liquidez y a los bancos. Pero hay fuerzas más profundas que también están en juego. Los inversores están desapalancando (reduciendo la deuda) y los cálculos sobre los beneficios de las empresas se están revisando a la baja drásticamente. Ambas cosas reflejan los temores crecientes por la economía real.
En Nueva York, el Dow Jones se desplomó más de un 7% y cerró por debajo de los 8.600 puntos por primera vez desde 2003 y un 40% por debajo de su máximo de hace un año. Esto marcó la tónica de Tokio, donde el Nikkei perdió un 9,6%, su mayor caída en un día desde la crisis de 1987. Tokio ha perdido un cuarto de su valor en la última semana.
Europa fue la siguiente. Todas las Bolsas principales registraron pérdidas (con el FTSE de Londres al 5% a media mañana) y las de Islandia, Rumaníi, Rusia y Ucrania están cerradas. En general, el índice global de capital MSCI ha descendido hasta mínimos de hace cinco años y se ha dejado un 43% desde enero.
A las materias primas también les ha ido mal. El aluminio y el cobre van cuesta abajo. El crudo está cerca de un 5% más bajo, a 82 dólares el barril. La razón a corto plazo que explica el pánico no es que la crisis de liquidez amaine y que posiblemente sean necesarios más rescates bancarios o hasta una inyección de capital en los bancos de Estados Unidos.
Pero hay fuerzas a largo plazo también en juego. Los inversores atrapados en la crisis crediticia están desapalancando (deshaciéndose de acciones y de otros activos para obtener liquidez y reducir las deudas). Los inversores están transformando hasta los bonos del Gobierno japonés en dinero en efectivo.
El otro depresivo principal es que cada vez nos damos más cuenta de que la crisis financiera se está acercando peligrosamente hasta el punto de desencadenar una recesión económica mundial. Los inversores están revisando drásticamente a la baja sus cálculos sobre los beneficios de las empresas. Ambos procesos tienen aún mucho camino por delante y podrían llegar a ser premonitorios si siguen haciendo bajar los precios de los activos.
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