Medidas desesperadas
El anuncio de nuevas medidas de protección y rescate durante las últimas semanas no ha permitido estabilizar el mercado, y aunque comienzan a adoptarse enfoques globales (bancos centrales recortan tipos de forma coordinada), las señales de mejora son nulas. La crisis financiera y el deterioro macro han entrado en una nueva fase marcada por el pánico y, por qué no decirlo, la irracionalidad.
El mercado está descontando un escenario de fracaso absoluto de las medidas adoptadas y, en consecuencia, anticipa un panorama duradero de hundimiento del crecimiento con riesgo de deflación.
La necesidad de más medidas es perentoria. De la reunión del G-7 de este fin de semana en Washington debería surgir necesariamente un compromiso de adopción de planes de choque claros en su interpretación, comprensivos en su alcance, y coordinados a nivel global y regional.
Las rebajas de tipos deben ser un punto central de cualquier plan de choque
Las líneas maestras de las actuaciones deberían guiarse por, uno, la inclusión de garantías a los depositantes e inversores, así como de mecanismos que aseguren su suficiencia para permitir el funcionamiento del mercado; dos, soluciones al problema de los activos dañados; tres, proporción de la liquidez necesaria al sistema, y, cuatro, recapitalización de la banca. Adicionalmente, las medidas deben ser justas para los contribuyentes: si asumen el riesgo, deben beneficiarse de su éxito posterior.
Las rebajas de tipos deben ser un punto central de cualquier plan de choque. En este punto, como se ha demostrado ya esta pasada semana, podemos confiar en los bancos centrales: la brusca caída de las materias primas y la recesión económica han hundido las expectativas de inflación, concediendo margen para bajadas agresivas de tipos de interés a nivel global durante lo que queda de 2008 y 2009.
Hay que tener muy presente que hasta el momento se han anunciado medidas de acción muy ambiciosas que todavía no se han puesto en marcha. Algunas son muy agresivas, en particular en el Reino Unido, y atacan puntos clave de la crisis. Si su implementación es correcta, deberían surtir un efecto positivo sobre los mercados hacia los que se dirigen. Deberíamos concederles, al menos, el beneficio de la duda.
A medida que se implementen los planes de apoyo mencionados, la aversión al riesgo tenderá a moderarse, limitando las fuertes correcciones observadas en las últimas sesiones en el valor de (casi) todos los activos. Los efectos de cualquier medida sólo se observarán en un periodo de tiempo prudencial (posiblemente meses). Será entonces cuando la confianza comience a restaurarse y los mercados de financiación mayorista interbancario y de capitales recuperen cierta normalidad.
La recuperación económica se producirá con retraso, limitando el potencial de recuperación de los activos financieros y reales en los próximos años. Pero si consideramos baja la probabilidad de depresión y confiamos en la capacidad de los gobiernos para tapar las vías de agua que hoy presenta el sistema financiero internacional, parece claro que el momento de comenzar a asumir algo más de riesgo podría estar aquí ya.
Daniel Suárez y José Manuel Amor son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (AFI).
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