A la caza de Karadzic

Durante los primeros minutos de La lista de Carla, documental suizo sobre los trabajos de la fiscalía del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, parece imponerse la desazón por culpa de un motivo obvio: se ha quedado antiguo. Filmado a lo largo del año 2005 y estrenado en 2006, ha tardado dos años largos en llegar a las salas españolas, y en este tiempo las circunstancias han cambiado mucho: Slovodan Milosevic murió en la cárcel de La Haya sin poder ser juzgado; Radovan Karadzic fue capturado en Belgrado y puesto a disposición de la justicia, y Carla del Ponte, fiscal del tribunal y personaje central del documental, abandonó su cargo hace 10 meses. Sin embargo, más allá de la inicial contrariedad por la tardanza del estreno español, La lista de Carla acaba imponiéndose como un indispensable documento histórico-político de la diplomacia y la justicia global de principios del siglo XXI.

A lo largo de casi un año, el suizo Marcel Schüpbach siguió con su cámara a la fiscal Del Ponte y a su equipo de colaboradores a través de medio mundo. Los viajes, las reuniones al más alto nivel, las ruedas de prensa, los momentos de alegría (como la detención en Tenerife del criminal de guerra croata Ante Godovina), los de cierta zozobra, y las manipulaciones de los gobiernos de la ex Yugoslavia contrastan con las esporádicas y dolorosas apariciones de los familiares de las víctimas. Como telón de fondo, el posible acuerdo entre Karadzic y Estados Unidos para no ser juzgado por sus crímenes, y las medidas de presión de la fiscalía hacia unos gobiernos negligentes que, sin embargo, andaban empeñados en engrosar las filas de la Unión Europea. De modo que, como contrapartida a su relativa ausencia de actualidad, la película se conforma como un apasionante tejemaneje de intereses políticos a gran escala, y puede verse, dos años después, con el inusual valor de poner en tela de juicio las falsas promesas del Gobierno serbio.