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El Papa busca cómo afrontar la crisis eclesiástica

El sínodo de los obispos inicia hoy en Roma un debate sobre la ignorancia bíblica de los fieles

¿Tiene remedio la crisis de la Iglesia católica, sobre todo en Europa, donde esta confesión "está siendo devastada por los jabalíes del relativismo y la increencia"? Benedicto XVI, autor de esa apreciación, abre hoy en Roma un sínodo general de obispos para buscar soluciones. Lo hace dentro de las conmemoraciones del año paulino, que el Papa quiere subrayar.

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Pablo de Tarso no sólo fue el gran secretario de organización de la Iglesia católica, sino uno de sus grandes apóstoles, escritores y oradores. Fue él quien impulsó a los primeros cristianos, a los que estuvo persiguiendo con saña antes de su conversión, a salir de Palestina e instalarse en Roma, el centro del imperio.

Éste es el vigésimo segundo sínodo que se celebra desde la constitución de ese organismo por el Concilio Vaticano II, en 1965. Se prolongará hasta el día 26, con la participación de 250 prelados y un número parecido de expertos. Es la primera asamblea episcopal convocada por este Papa (la anterior, presidida por él, se desarrolló en otoño de 2005 tras la muerte de Juan Pablo II, su convocante).

Aunque el programa de este miniconcilio fija como tema central de los debates "la palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", el pontífice tendrá ocasión de conocer opiniones de prelados muy alejados físicamente de Roma sobre la situación del catolicismo y las pautas a seguir.

Entre las preocupaciones del Vaticano destaca el bajo índice de lectura de la Biblia entre sus fieles. En España, la Federación Bíblica Católica sostiene que sólo el 20% de los que se dicen católicos ha leído un pasaje de la Biblia en el último año. Preocupa a Roma, además, el poco caso que hacen los fieles a las predicaciones y a las orientaciones morales de la jerarquía. El Papa quiere conocer los motivos por los que una mayoría de sinceros creyentes termina construyéndose una religión a la carta y a conveniencia.

El Vaticano II instituyó la figura de los sínodos para "fomentar la unión estrecha entre el romano pontífice y los obispos". Hasta entonces, eran frecuentes las diferencias entre prelados diocesanos y el Vaticano sobre la organización de la Iglesia o su futuro. Juan XXIII, promotor de aquel concilio, quería evitar la dispersión de mensajes y puntos de vista. Buscaba también mantener el contacto con las jerarquías periféricas. Su tesis era que la curia romana se había distanciado de la realidad. Pablo VI, su sustituto, no era ajeno a esta preocupación. Fue él quien creó formalmente el sínodo de obispos, el 15 de septiembre de 1965.

Este sínodo se abre esta mañana con un discurso papal. Será excepcionalmente en la basílica de San Pablo Extramuros. Entre los convocados hay 14 españoles, entre padres sinodales, expertos y auditores. La Conferencia Episcopal envía, previa votación de sus miembros, a su presidente y vicepresidente, el cardenal Antonio María Rouco y el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, y al cardenal de Toledo, Antonio Cañizares.

Los ocho españoles restantes fueron elegidos directamente por el Papa. Son el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría; el prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás; el presidente de Comunión y Liberación, Julián Carrón; el director de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Jorge Juan Fernández Sangrador; la monja y profesora de Teología Bíblica en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, Nuria Calduch Benages; el presidente del Instituto Litúrgico en el Pontificio Ateneo San Anselmo de Roma, el benedictino Juan Javier Flores Arcas, y el profesor de la Facultad de Teología de Cataluña, Salvador Pié Ninot. En la lista de auditores también se encuentra, por expreso deseo del Papa, el iniciador del Camino Neocatecumenal (los Kikos), Francisco José Gómez Argüello Wirtz, conocido como Kiko Argüello. José Rodríguez Carballo, José María Abella Batlle, Jesús María Lecea, superiores generales de los franciscanos, misioneros claretianos y escolapios, respectivamente participan en este sínodo pero como miembros de la Unión de Superiores Generales (USG).

Llegada de Benedicto XVI al Quirinal (Roma) ayer para reunirse con el presidente italiano.
Llegada de Benedicto XVI al Quirinal (Roma) ayer para reunirse con el presidente italiano.REUTERS

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