El escepticismo también se hace oír
La respuesta inmediata de Wall Street al plan de rescate no es muy prometedora. Con el punto de escepticismo que se vio el viernes, tras su aprobación en el Capitolio, en la caída de la Bolsa estadounidense, los inversores temen que las medidas sean insuficientes para evitar que la economía real entre en la recesión. El paro crece desde hace nueve meses, y la crisis financiera está mermando también la actividad industrial y el consumo.
El capitalismo se basa en la confianza, y para eso necesita crédito fluyendo por sus arterias. Fuentes de Loomys Sales, uno de los principales gestores de bonos en EE UU, destacan que llevará tiempo restañar las heridas. "El mercado está paralizado", advierten. Los analistas apuntan que todavía no está claro si el plan funcionará como se ha dicho.
¿Es realmente necesaria la intervención? ¿Los bancos volverán a prestar dinero? ¿Hay alternativa si no funciona? Mientras no se actúa siguen surgiendo dudas, señala JPMorgan. Los expertos aseguran que el plan no es una panacea, y temen que se haya diseñado a gusto de Warren Buffett, Goldman Sachs y los grandes de Wall Street.
No hacer nada
Algunas de las voces más respetadas del parqué, como la del inversor Jim Rogers, ya pidieron semanas atrás que sea el mercado quien encuentre por sí mismo la solución. "Hay que dejar que las cosas se colapsen, y así después habrá una recuperación limpia", dijo. La quiebra de Lehman Brothers es el ejemplo más claro, y con matices también la toma de control por parte de JPMorgan de los restos de Bear Stearns y Washington Mutual. Los defensores del libre mercado ven al Gobierno como una fuente de problemas. "La respuesta adecuada era no hacer nada", según el Cato Institute, de tinte conservador.
El problema para Fact and Opinión Economics está en que el Tesoro y la Reserva Federal no dejaron opción a otra alternativa, al pedir un cheque en blanco para evitar una espiral negativa. Ahora el éxito o del fracaso dependerá del precio que se fije a los activos basura. "El plan es estúpido", añade el neoconservador American Enterprise Institute, que cree que ese dinero debería haberse inyectado directamente en los bancos con problemas. Una idea que coincide con la del Nobel Joseph Stiglitz, que está a favor de una intervención aún más directa y agresiva, como la que realizó el Gobierno sueco en los noventa.
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