_
_
_
_
Reportaje:moda

Optimismo frente a la recesión

La moda celebra unida en París la alegría de Sonia Rykiel en su 40º aniversario

Eugenia de la Torriente

Entre las consecuencias de la crisis que estos días se sienten en la semana de la moda de París hay una francamente curiosa: parece haber despertado el sentimiento de comunidad en la industria. El sábado por la noche, Donatella Versace, Vivienne Westwood, Miuccia Prada y Yohji Yamamoto, entre otros, celebraron los 20 años de Suzy Menkes en The International Herald Tribune. Menkes es la crítica de moda más respetada del mundo y se proyectó un vídeo, que despertó tantas risas como lágrimas, en el que Marc Jacobs, Lagerfeld o Christian Lacroix le dieron las gracias por su entrega, pasión y valentía.

Pero el nivel de buenrollismo había de alcanzar todavía más elevadas cotas en otra noche y por otro aniversario. Fue el miércoles, cuando la diseñadora Sonia Rykiel festejó sus 40 años de profesión. En una carpa escondida en las profundidades del parque de Saint Cloud, a las afueras de la ciudad en que nació y de la que es todo un símbolo, presentó tras una bulliciosa cena su colección para la próxima primavera. Un vibrante alegato a favor del optimismo, con modelos saltando y bailando sobre la pasarela, en el que lo de menos era la ropa. Aún así, al repasar sus códigos (punto, rayas, boinas, colores vivos y buen humor) esta extraordinaria mujer de 78 años armó una propuesta más moderna y pertinente que la de muchos diseñadores que podrían ser sus nietos. Tal era el chute de felicidad que transmitía, que los asistentes destrozaron los centros florales de las mesas en que habían cenado y, en pie y casi sobre ellas, empezaron a tirar flores a las modelos. Huelga decir que la casa se vino abajo cuando Rykiel salió a saludar de la mano de su hija, Nathalie, hoy al frente de la firma.

Giambattista Valli entregó una propuesta cercana a la alta costura

Había más. Nathalie anunció a su madre que tenía un regalo sorpresa. Cierto es que era un secreto a voces, pero no por eso resultó menos extraordinario ver las interpretaciones del estilo Rykiel regaladas por 30 de los más relevantes creadores. Entre las más logradas, la de Margiela (un abrigo réplica del característico tono rojo de su pelo) o la de Gaultier (que homenajeaba la pasión por el punto con un vestido con enormes agujas que parecía tejerse sobre la marcha).

Al día siguiente, el primer desfile era el de la británica Stella McCartney. En plena resaca del vendaval de optimismo, McCartney apareció ayer como una digna heredera de lo mejor de Rykiel. No es que ella hiciera guiño alguno a esa sucesión, ni que seguramente lo pretenda, pero comparte su forma de hablar con las mujeres a las que viste. Con un pragmatismo que no está reñido con la coquetería o el carácter juguetón, como demostraba la ambientación circense. Bruno, el personaje que interpreta Sacha Baron Cohen (Borat, para entendernos) en su próxima película (que la lio a lo grande colándose en los desfiles de Milán) hizo aquí su primera aparición en París. Esta vez, invitado y sentado en la segunda fila. A juzgar por sus aspavientos, al periodista gay austriaco de moda le gustó lo que vio.

Por mucho que reine la armonía ante la adversidad, nada gusta en esta industria como un rumor malicioso. La web Style.com se preguntaba antes del desfile de ayer de Giambattista Valli si su colección sería una prueba de su capacidad para quitarle el puesto a Alessandra Fachinetti en Valentino. Deliberadamente o no, Valli entregó una propuesta mucho más propia de alta costura que del prêt-à-porter. Se trató, sobre todo, de delicados vestidos y abrigos de cóctel con los volúmenes de los años cincuenta. En negro, gris, crema y con algún apunte de amarillo. Estaban exquisitamente facturados y se ajustaban al cuerpo como un guante (lo que, sorprendentemente, no ocurre en muchas ocasiones). Se trata de un vestuario más apropiado para las mujeres de la serie Mad men que para los problemas de la vida real, pero la suerte de Valli es que para la mayoría de sus clientas la vida no es un problema. Cerró con un éxtasis romántico compuesto por cinco vestidos (de princesa, de novia o del cuento que se prefiera) largos de un pálido tan tembloroso que resultaba imposible de identificar. En algún lugar, Valentino sonreía.

A la izquierda, Sonia Rykiel sale de la mano de su hija a saludar al término de su desfile. Sobre estas líneas, modelo de Jean Paul Gaultier.
A la izquierda, Sonia Rykiel sale de la mano de su hija a saludar al término de su desfile. Sobre estas líneas, modelo de Jean Paul Gaultier.AFP
Creaciones de Stella McCartney y Giambattista Valli, vistos ayer en París.
Creaciones de Stella McCartney y Giambattista Valli, vistos ayer en París.EFE / AFP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_