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Columna
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Sevilla

Hay un sabio refrán que dice "juega y pierde, paga y calla". El ex concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Sevilla Francisco Manuel Silva jugó y le pillaron. Lo mejor que puede hacer él y su partido es reconocer el error o, como mucho, permanecer en silencio. Lo peor es llenar de insultos a quienes han denunciado los abusos del concejal, porque si fuera mentira ¿alguien se imagina que el afectado iba a presentar su dimisión? Es la prueba irrefutable de la verdad de lo publicado. Es un verdadero delirio toda esa terminología rancia sobre paredones y demás como si en IU fueran víctimas de algo.

El problema de IU es que siempre ha hecho alarde de que son los más honrados, los más coherentes, los más limpios, los abnegados y los luchadores. De que sus votantes son los más inteligentes y los que votan a los demás son tontos , corruptos o fachas. Al final resulta que la gente de IU son normales y corrientes, extraídos de las mismas calles y con las mismas debilidades. Hay cuestiones que sí pueden ser ideológicas, como la crítica ante el apoyo municipal sevillano a brigadistas, a Venezuela o a Cuba. Ahí es normal el debate y hasta IU podría estar orgullosa de ser criticada por esas actuaciones.

Pero si le das trato de favor a un primo o si colocas a tu madre, no parece que andemos con cuestiones ideológicas sino que han pillado al tal Lolo Silva con el carrito de los helados. Como si fuera un facha cualquiera, colocando a familiares. Y por muy alto que hablen los dirigentes del Partido Comunista o de IU, por mucho que insulten a los medios de comunicación, los hechos son irrefutables y no tienen vuelta de hoja. No parece que el nepotismo sea "la noble dedicación a la política" que dijo el Ayuntamiento pleno el pasado viernes. Por eso llama la atención que en vez de irse en silencio se quiera hacer un aquelarre contra los medios de comunicación que se han hecho eco de los desmanes del joven exconcejal. Es como cuando se atrapa a un niño en una travesura, que le echa la culpa a otro y la emprende contra quien le ha descubierto. Así que la coherencia consistiría en reconocer el error.

Incluso resultaría democrático que una organización sea capaz de darse cuenta de que uno de los suyos ha obrado mal y en vez de deshacerse en loas al concejal pillado en el renuncio e insultos contra los denunciantes, acepte el error y tome medidas para que no vuelva a ocurrir. Por si esto fuera poco, un cargo público no debe negarse a responder a preguntas de un medio de comunicación. Lo que sirve para un ciudadano anónimo no vale para quien gestiona la cosa pública. Una decisión como ésta, tomada por Antonio Rodrigo Torrijos, entraña un sentido totalitario de la vida pública que ensombrece la trayectoria del partido al que representa. No puede hablar de libertad aquel que la cercena.

Parece pues que los parias de la tierra, la famélica legión, también tiene derecho a colocar a sus familiares. Es posible que si miramos con la misma lupa a otros ayuntamientos nos encontremos con sorpresas similares, pero eso no cambia nada. Por si fuera poco, la actuación de IU se da en medio de la monumental crisis del PSOE sevillano, que duda entre cambiar al alcalde o mantenerlo hasta el 2011. Todo empezó cuando el defenestrado Pepe Caballos se empeñó en aupar a Monteseirín frente a Rodríguez de la Borbolla en unas primarias. Ahora al alcalde sevillano se le presenta el papel inverso con su propio partido. Si entonces se hubiera elegido la capacidad del ex presidente frente a la afinidad del hoy alcalde, puede que no se dieran los problemas que ahora tiene ante sí la dirección socialista, que casi como en el monólogo de La venganza de Don Mendo sobre el juego de cartas de las Siete y Media "si no llegas malo es, pero ay de ti si te pasas, si te pasas es peor". No se sabe muy bien si será mejor o peor cambiar el alcalde. Es el momento de la sabiduría política y elegir lo mejor para los ciudadanos que, a la postre, suele ser lo mejor para el propio partido.

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