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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El 'taikonauta' sale de paseo

Nada en China es casual. Salvo las catástrofes naturales. De ahí que no pueda mínimamente sorprender que, en plena exaltación de justificado orgullo por el gran éxito de organización de los Juegos Olímpicos, la República Popular haya decidido poner en órbita otra misión tripulada al espacio, la tercera desde 2003, definida por un arrebatado presidente Hu Jintao como "una misión sagrada y gloriosa". La segunda se realizó en 2005 tras la clausura de la sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista. El lanzamiento desde la base militar en Mongolia fue televisado ahora y entonces, todo un alarde de la seguridad que sienten los dirigentes chinos de su capacidad tecnológica. Pero en esta ocasión, la proeza es mucho más notable puesto que uno de los tres taikonautas realizó ayer con éxito un paseo de unos 15 minutos fuera de la nave, también televisado en directo a una enfervorecida China. Hasta el momento, sólo Estados Unidos y Rusia lo han hecho.

Zhai Zhigang, el afortunado taikonauta en cuestión, enarboló una banderita de su país y bailoteó fuera del módulo enfundado en un traje made in China, lo cual también es muy significativo, puesto que esa vestimenta altamente técnica resulta sumamente sofisticada y costosa. Y no es casual tampoco que, en cambio, sus otros dos compañeros, que se quedaron sin paseo, fueran vestidos con equipo ruso. Pekín y Moscú mantienen una cierta cooperación en el espacio, algo que no tiene la República Popular con Estados Unidos. Washington se negó a que los chinos participaran en la estación espacial internacional en un momento en que los estadounidenses desconfiaban de las ambiciones del gigante asiático.

Tal vez fue un error. Los recelos se agudizaron cuando China lanzó en 2007 un misil balístico para destruir un satélite meteorológico que estaba inactivo. El Pentágono sostuvo entonces que con ello pretendía emular el programa de guerra de las galaxias esbozado por el presidente Reagan en los ochenta. El plan chino consiste ahora en enviar a la Luna un vehículo tripulado en 2017, es decir, un año antes que el objetivo de EE UU, e instalar una base permanente en nuestro satélite no más tarde de 2020. Washington desconfía más que nunca.

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