Recuerdos que perduran en Pasai San Pedro y San Juan

Es viernes. Sólo han pasado dos días desde que el joven director de cine Gorka Merchán (San Sebastián, 1976) estrenase en el Zinemaldia su primer largometraje, La casa de mi padre, y se nota. Su teléfono móvil no para de sonar. Que si una entrevista, que si la felicitación de un amigo, que si... Él atiende encantado mientras pasea por Pasai San Pedro y la vecina San Juan, dos de sus rincones favoritos. "Tuve una novia de San Pedro y le tengo mucho cariño a esta zona. Venía mucho a pasear y coger moras por el camino que va desde puntas [en la bocana del puerto] hasta el faro de la Plata. Luego mi madre hacía mermeladas", rememora el realizador.

Ahora se deja caer con menos frecuencia por San Pedro y San Juan, dos distritos del Ayuntamiento de Pasaia que se miran de frente separados por un trozo de mar, pero siguen siendo dos sitios a los que no deja de llevar a los amigos "de fuera" que le visitan. "San Juan, con sus casitas marineras y sus restaurantes es un sitio con mucho encanto", resalta. Tanto, que Merchán grabó en un pequeño embarcadero de su calle principal algunos de los planos de su película, protagonizada por Carmelo Gómez, Juan José Ballesta, Verónica Echegui, Álex Angulo y Emma Suárez, en la que aborda el denominado conflicto vasco. "Me apeteció capturar este pueblo y tenerlo ahí para siempre".

El joven director frecuenta la playa de La Zurriola y el muro de Sagüés

"Víctor Hugo vivió aquí un tiempo", explica Merchán a un amigo que le acompaña en el paseo tras cruzar de San Pedro a San Juan en barca. De hecho, la casa que lleva el nombre del escritor francés alberga una oficina de turismo. "Allí está el club de remo de San Pedro, un equipo que antes era muy bueno y ahora... Aunque yo siempre soy muy de San Pedro", comenta señalando con el dedo la orilla de enfrente.

"Y mira qué mercante. Vaya imagen", añade sin retirar su ojo de cineasta de San Pedro, donde lucen oxidados los restos de un viejo barco. El joven realizador rebobina en la memoria hasta sus 20 años y recuerda que, de vez en cuando, solía trabajar en el puerto pasaitarra para ganarse "unas pelas". Ayudaba en las labores necesarias para descargar los coches que llegaban -todavía lo hacen- cargados en barcos.

Merchán, quien ha llegado al largometraje desde el corto, como una buena parte de sus compañeros de profesión, se confiesa muy playero. Así que las playas donostiarras no faltan en su lista de lugares queridos. "La Zurriola la amortizo mucho". Le gusta su arenal y el muro que lo arropa en Sagüés. "Sentarte en el muro con un bocata y una lata de Coca-Cola, sobre todo si te sale un día como hoy [ayer lucía el sol] es estupendo".

El joven realizador, que está preparando un mediometraje sobre la obra artística de Eduardo Chillida Belzunce y ha comenzado a escribir ya el guión para un segundo largometraje -"es una historia de aventuras", adelanta-, invierte la mayor parte de su tiempo libre en ver películas. Le gusta hacerlo en casa porque hay "más tranquilidad" que en el cine, pero también acude a las salas. Prefiere la primera sesión de la tarde, en la que "hay menos gente". "Me gusta todo tipo de películas. Hay un día para cada una", apunta, si bien reconoce que el western es un género que le cuesta "un poco".

Algunos sábados se escapa a jugar al baloncesto con sus amigos en la cancha de Sagüés. Y le gusta salir con ellos a cenar en un restaurante o en una sociedad, para luego tomar unas copas por la Parte Vieja de San Sebastián y acabar en la discoteca Bataplán.