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Madrugada con tromba de agua

Fallos en la señalización y en la evacuación de agua colapsaron los transportes

Pilar Álvarez

Fallaron los colectores, las señales, la previsión. Ni las carreteras radiales de Madrid ni la red de transporte público de la región soportaron los efectos de más de tres horas y media de tormenta. Retenciones kilométricas y cortes en la A-3 (Valencia) y efectos en las radiales a Barcelona y Burgos. Estaciones cerradas en el metro, retrasos en los trenes de cercanías de Renfe. Resultado: miles de personas llegaron tarde allá donde fueran ayer por la mañana. ¿Era inevitable? Tres administraciones responsables del transporte y la movilidad de los madrileños -Fomento, Metro y Adif- consideran que sí, que lo ocurrido era "imprevisible".

La A-3 (Valencia) amaneció plagada de charcos y barro. Cortes, retenciones, atascos... ¿Qué ocurrió? El Ministerio de Fomento, responsable de la infraestructura, culpa a un pequeño arroyo que ayer se desbordó. Por debajo del tramo de la A-3 situado entre la M-50 y el enlace con Rivas Vaciamadrid, Fomento construyó hace siete años una tubería de 2,5 metros de diámetro para evacuar el agua del arroyo de Los Migueles. Hasta lo ocurrido ayer -casi 10 horas de cortes-, la tubería por la que cabría perfectamente un túnel de AVE nunca había tenido ningún problema, según un portavoz de Fomento.

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El ministerio considera lo ocurrido algo "excepcional e imprevisible". Primero, por el gran caudal de agua que convirtió el arroyo "en un torrente". Y después por los materiales que arrastraba a gran velocidad. La tubería se colapsó y el agua comenzó a ascender hacia la carretera, donde se formaron charcos. Un tramo de la antigua carretera a Valencia se derrumbó por la violencia del agua, según Fomento, que asegura que corresponde a un carril por el que ya no circulan vehículos.

La línea 9 de Metro y la C-4 de Cercanías sufrieron demoras durante todo el día. Metro de Madrid, que gestiona la primera, y Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) lo achacan a un fallo en el circuito de señalización eléctrica de la vía. Cuando llueve y se forman balsas de agua, este sistema envía automáticamente una señal al puesto de mando: alerta, la vía está ocupada. No distingue si se trata de una piscina, de una rama o de una persona, inmediatamente se para por seguridad. A partir de ese momento, tanto el tren como el metro funcionan en modo manual, como cuando se avería un semáforo y ponen en su lugar a un agente.

Los trenes siguen funcionando pero con retraso, porque el responsable del puesto de mando debe autorizar el paso de cada vehículo. En el metro hubo demoras de 10 a 15 minutos. En Cercanías, de ocho a 10.

La red de trenes puede absorber "con sobrada suficiencia" las precipitaciones, según la explicación de Adif, pero ninguna está preparada para situaciones "excepcionales" como consideran la tromba de ayer.

Hubo otro tramo del metro -las tres paradas que discurren entre Barrio del Puerto y La Rambla en la línea 7- que quedó cortado por la tormenta. Un portavoz de Metro explica que se produjo una inundación que las bombas de drenaje no pudieron evacuar. Según la empresa pública de transportes, falló el alcantarillado de Coslada, que devolvía de nuevo el agua expulsada por las bombas al exterior.

Desde el Ayuntamiento de Coslada replican que Metro no les comunicó ninguna incidencia provocada por sus alcantarillas, por lo que no pudieron revisar la zona y tampoco pueden determinar si, efectivamente, la responsabilidad es municipal.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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