Vuelta a casa
Sí, se ha terminado. Estoy en el aeropuerto camino de casa y aún me lo tengo que repetir para creérmelo. Sí, se ha terminado; ni mañana ni pasado ni al día siguiente habrá etapa. Bicicleta sí, porque este es un deporte esclavo y te debes a la sesión diaria de entrenamiento. Pero la rutina será totalmente diferente. Y aunque durante los primeros días tengas ciertos momentos de síndrome de Estocolmo (echarás de menos esta dinámica torturadora de la que ahora recelas), enseguida caerás en la cuenta de que están en lo cierto esos que afirman que mejor que en casa, en ningún sitio. Aunque solo sea por dormir en tu propia cama.
Al final ha ganado Contador, lo que no ha sido una gran sorpresa para nadie, por cierto. Nadie le ha regalado nada. Los segundos que ha conseguido en bonificaciones han sido cruciales, es cierto, pero estaban ahí para que los cogiese quien pudiese. Y él pudo. Ha estado arropado por un equipo muy entero y compacto, y su compañero Leipheimer ha dejado la impresión de no haber dado todo lo que lleva dentro. Él sabrá si acierto o me equivoco.
Yo por mi parte me voy de esta Vuelta bastante satisfecho. He hecho el trabajo que en el equipo me habían encomendado, lo que era el objetivo principal. Hemos puesto todo de nuestra parte para que un joven de 22 años lo hiciese lo mejor posible en su debut en una vuelta grande. Y al final ha sido el séptimo; creo que hay que darle un sobresaliente. Estar por encima del quinto, ya hubiese sido de matrícula de honor.
Ahora mismo estoy contento de no haber estado implicado en la última caída de la vuelta, dicen que terrible. Ni siquiera me he enterado hasta que no me lo han contado después de cruzar la meta. La velocidad a la que circulábamos era muy alta pero sensiblemente menor que la del sonido, o sea que por eso no ha podido ser. Yo creo que no me he enterado porque estaba tan concentrado en lo mío que estaba abstraído. Iba con una bala en la recámara, quería probar algo en el último kilómetro, pero no he encontrado el hueco bueno en el momento justo. Tampoco pasa nada. Lo importante es que voy sano y salvo para casa, pues el dolor de piernas intrínseco a la profesión se irá mitigando conforme pasen los días. Lo sé bien porque no es ni la primera ni la última vez que lo siento.
Así que aquí me despido. Gracias por la atención y por los ánimos. Y me voy rápido a embarcar al avión que a ver si lo voy a perder. Eso sí que sería un drama, tanto como haber estado en mitad de la caída. Hasta la próxima.
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