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El PP de Rajoy se vuelca con Javier Arenas

El líder nacional se compromete a hacer lo que pueda por Andalucía

Javier Arenas fue el eje cardinal de la estrategia de apoyo de los barones del PP a Mariano Rajoy en el congreso nacional del pasado junio. Y no sólo porque supo tejer una eficaz red territorial para frenar a las belicosas huestes de Esperanza Aguirre, también porque arribó en el turbulento cónclave con 500 compromisarios, 500 votos a Rajoy que fueron determinantes para disuadir a sus adversarios de persistir en el embate.

Siete dirigentes de la cúpula nacional han arropado al presidente andaluz
El congreso ha sido una ceremonia de enaltecimiento de la figura de Arenas
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En el congreso andaluz que se cerró ayer en Córdoba -punto de partida de la cuarta carrera (¿la última?) de Arenas hasta la presidencia de la Junta- el equipo casi al completo del nuevo PP nacional le ha devuelto los desvelos. Por el plenario han pasado siete dirigentes de fuste que se han desecho en halagos, abrazos y palabras cómplices: María Dolores de Cospedal, secretaría general; Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid; Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz en el Congreso; Pio García Escudero, portavoz del Senado; Esteban González Pons, vicesecretario de Comunicación; y Ana Mato, vicesecretaria de Organización, quien ha permanecido los tres días.

Además de Mariano Rajoy, quien puso la guinda ayer en la clausura con mayor entusiasmo de lo habitual y se sumó al enaltecimiento de la figura de Arenas como uno más. Porque si algo ha llamado la atención en este insípido congreso es la cantidad de elogios, agasajos y lisonjas extremas hacia el líder. En boca de los oradores desde la tribuna (aderezadas con besos y abrazos, y alguna que otra lágrima), y también en vídeos con bandas sonoras grandilocuentes y canciones de letras ñoñas, que hablan de lunas de plata y gitanas engalanadas de bulerías.

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Rajoy dijo de Arenas que es el "revulsivo" que necesita Andalucía para dar el gran salto y mudar por fin el signo de gobierno en la Junta después de "25 o no sé cuántos años" de hegemonía del PSOE. Todavía queda mucho tiempo para las elecciones y varias equis por despejar -una de ellas es si el propio Rajoy aguantará de cartel hasta 2012 en el caso de fracasar en las europeas-, pero se ofreció a venir a Andalucía cuando se lo demanden y hacer "lo que pueda" para ayudar en la victoria de Arenas.

En esta ocasión, el líder nacional no animó a esforzarse más o a echarse a la calle, como había ocurrido otras veces, sino que habló de "seguir trabajando como hasta ahora", matiz revelador de su satisfacción con Arenas y la organización andaluza, a la que puso como ejemplo de innovación y capacidad de propuestas, aunque no citó ninguna.

María Dolores de Cospedal ya recordó el primer día de congreso lo importante que es contar con Andalucía para ganar las elecciones en España, y Rajoy, sin mencionarlo explícitamente, lo dio a entender. Si el PP quiere recuperar la Moncloa, necesita de los votos de Andalucía. Y si la actual cúpula dirigente popular pretende seguir donde está, también. Porque los críticos de Rajoy, como se ha visto en el congreso de Madrid, no se han evaporado, siguen moviéndose en grupo, y pueden volver a la carga en cualquier momento.

En el discurso de despedida Javier Arenas se marcó como meta convencer a los andaluces de que el PP es un partido abierto, de centro y de los trabajadores. Todo eso sin abandonar los postulados que en los últimos años han procurado a este partido la impronta de derecha tradicional: rechazo a los debates sobre la muerte digna, el aborto, la asignatura educación para la ciudadanía, y localizar las fosas de los desaparecidos en la Guerra Civil y los años posteriores para darles sepultura. "El PSOE sólo habla de muerte, y a nosotros lo que nos interesa es la vida", dijo una vez más entre la abrumadora ovación de los compromisarios y una ensordecedora música.

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