_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Arte y literatura

Dio la razón a la Junta el juez que el pasado día 5 anuló la licencia de obras del hotel de la playa del Algarrobico, establecimiento internacionalmente conocido antes de acabar su construcción y a pesar de que el nombre del lugar lleve en su centro una ruda erre, impronunciable para dos tercios de la población mundial. El fallo judicial da la razón a la Junta, o eso dijo entonces el presidente Chaves. Pero el magistrado, que ve ineluctable la "expropiación y demolición de lo construido", señalaba también que el hotel se levanta en terrenos no urbanizables del Cabo de Gata. La Junta piensa lo contrario, que el solar es urbanizable, aunque el hotel ahora no le guste y quiera demolerlo después de haberlo amparado durante años. (La sentencia 266/08, del Juzgado Contencioso-Administrativo número 2 de Almería, se encuentra en Internet, en las páginas de los ecologistas.)

La sentencia del juez Jesús Rivera Fernández aprecia desidia en la Junta y el Ayuntamiento de Carboneras, y establece que la Junta, para permitir la construcción del hotel en suelo protegido, modificó el plano oficial de la zona, de 1994. Metió el hotel en terreno edificable y así pareció legal lo que era "manifiestamente ilegal". A lo que el juez llama "burda maniobra", la Junta le llama remediar un error. Después de sostener que no había habido cambio de planos, ahora la Junta dice que sólo corrigió un error de 1994. El plano fue rectificado a bolígrafo, en un momento y sin pasar por los trámites legales. Si el gran hotel del Cabo de Gata, en Carboneras, no se amoldaba al mapa oficial, el mapa se amoldó al hotel.

La consejera de Medio Ambiente, Cinta Castillo, ha vuelto a repetir que el hotel está en suelo urbanizable, aunque también siente "una enorme satisfacción" porque el juez considere ilegal un hotel crecido durante años a la sombra gigante de la Junta. Se siente, como Chaves, feliz con el fallo, a pesar de que el juez remite su sentencia al fiscal por apreciar en las actuaciones de la Junta posibles delitos de prevaricación y contra la ordenación del territorio. Castillo compareció el miércoles ante el Parlamento, según ha informado Isabel Pedrote en estas páginas, y repitió que la Junta siempre ha dicho lo mismo a propósito del hotel de los líos. La Junta siempre tiene razón: cuando favorecía la construcción del hotel y cuando quiere derribarlo, cuando se equivoca y cuando rectifica.

La parte desagradable de la sentencia del juez Jesús Rivera le merece a la consejera de Medio Ambiente el desprecio que la literatura suele provocar en la autoridad. Los argumentos del juez a propósito de la actuación de la Junta, dice Cinta Castillo, son "literatura que adorna el fallo", y aquí literatura equivale a ornamento o fantasía desechable. Pero, como prueba de que a los actuales mandos de la Junta no les falta sentido artístico, la consejera confesó que le gustaría echar abajo el hotel, aunque, según ella, está en suelo urbanizable. Si así es, si está en suelo urbanizable, ¿quiere demolerlo sólo porque le parece antiestética la tarta de 400 habitaciones y más de 20 plantas a 28 metros del mar? Esto sí que sería peligroso: vivir en un Estado estético cuyos gobernantes ordenan destruir las casas que les parecen feas.

Sigo pensando que El Algarrobico no merece ser borrado del mapa, como se hace con las pruebas en las novelas de misterio. Debería convertirse en un museo de la revolución turístico-inmobiliaria de estos años. Le sobrarían fondos, testimonios arquitectónicos (planos y maquetas), fotográficos, cinematográficos, musicales, plásticos y literarios sobre lo sucedido todos estos años en Andalucía. Y, monumento y documento en sí mismo, dispondría de una sala dedicada a su propia historia. En una vitrina se expondría, por ejemplo, una copia de la sentencia del 5 de septiembre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_