Ocho muertos y un centenar de heridos en un ataque narcoterrorista en México
Dos granadas explotan en Morelia durante la fiesta de la Independencia
Nunca antes México había sufrido un ataque narcoterrorista indiscriminado contra la población. Sucedió a las once de la noche del lunes en Morelia, justo en el momento en que el gobernador de Michoacán terminaba de dar los gritos a la patria en el 198 aniversario de la Independencia. Una explosión frente al palacio de Gobierno y luego otra a unas cuatro manzanas de allí terminaron con la vida de ocho personas e hirieron de diversa consideración a un centenar. El estruendo de la fiesta ocultó durante unos instantes la tragedia. El gobernador Leonel Godoy seguía ondeando la bandera tricolor en el balcón del palacio mientras la gente iba cayendo en la plaza "como piezas de dominó".
"No sabemos adónde irá a parar esto", dijo el gobernador de Michoacán
El terror no tardó en propagarse por la población. Una mujer habló de que "un señor robusto y vestido de negro aventó una granada" mientras pedía perdón por lo que estaba haciendo. Otros testigos vieron a "cuatro jóvenes pelones" salir corriendo de la plaza justo antes de la explosión. Las escenas, en cualquier caso, eran dolorosamente nuevas, más propias de atentados islamistas que de los acostumbrados ajustes de cuentas entre bandas de narcotraficantes. Y, aun así, vecinos y autoridades no tardaron en atribuir el crimen al narcotráfico, una sangrienta vuelta de tuerca más en la confrontación que los principales cárteles de la droga mantienen con el Gobierno de Felipe Calderón.
De hecho, es el segundo aviso, la segunda demostración de fuerza, en apenas 72 horas. El viernes por la tarde, los narcos conseguían depositar en el zaguán de la ciudad de México los cadáveres de 24 jóvenes atados de pies y manos, con signos de tortura y un tiro de gracia. Las autoridades aún no saben quién los mató ni cómo pudieron llevarlos hasta el parque nacional de La Marquesa sin levantar sospechas. El atentado de Morelia tiene aún peor lectura. Se cometió contra la población indefensa, a la hora más señalada del día más grande de México y justo en el corazón de la ciudad que vio nacer al presidente Calderón.
Las autoridades de Michoacán y del Estado no supieron contestar ayer más que con palabras de condena o impotencia. El gobernador Leonel Godoy dijo: "Es terrorismo. Estoy muy preocupado. No sabemos adónde irá a parar todo esto". El presidente Calderón pidió unidad y llamó "cobardes" y "asesinos sin escrúpulos" a quienes "se esconden en el festejo patrio para convertir el gozo en tristeza". Luego, envió al Ejército -su más poderoso bastión contra el crimen organizado- a que tomara el control de Morelia, una ciudad desierta y aterrorizada.
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