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Un negocio "de pobres" en peligro

María Fernández

En Galicia empezó a cultivarse el mejillón hace 60 años. Fue, en sus comienzos, un negocio de pobres, que recogían y vendían semilla a los catalanes para el Mediterráneo. Entonces la actividad ni siquiera tenía repercusiones fiscales. La fijación de una política de precios fue el primer objetivo del movimiento asociativo de los productores.

Según Uxío Labarta, investigador del CSIC y uno de los mayores conocedores del sector en Galicia, "lo que está ocurriendo ahora se ha repetido durante las dos últimas décadas". Su preocupación es que el negocio está viviendo "un evidente deterioro no sólo en precios", como denuncian los bateeiros, "sino en demanda" de producto gallego. Galicia, que presume de ser una potencia pesquera, importó el año pasado pescados y moluscos por valor de 1.528 millones de euros. Las ventas al exterior fueron bastante menores, de 954 millones. Los mercados de mejillón a nivel mundial y europeo crecen desde hace más de una década. El principal consumidor sigue siendo el europeo, con un 60% de la demanda, "pero los mejores productores de mejillón, con el producto de más calidad, no consiguen venderlo", apunta Labarta. La entrada de producto de Chile, Nueva Zelanda, China o Tailandia no justificaría por sí sola el estancamiento del sector gallego, ya que la miticultura (cultivo de este molusco) la practican hace años más de 40 países.

El sector se mantiene dividido desde que el pasado 25 de agosto una parte minoritaria de los bateeiros reanudase el suministro a la industria, al desmarcarse de los objetivos de Pladimega.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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