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La rotonda de la discordia

La obra de la salida norte de Valencia enfrenta al Ayuntamiento con el Gobierno

Sara Velert

Son las 8.15 y el tráfico es muy intenso. Como siempre en las horas punta, las entradas a Valencia engullen miles de coches. También en la rotonda que enlaza con la autovía V-21 en dirección a Barcelona y la ronda norte, aunque con mayores dificultades.

En ese punto, hacia el final de la avenida de Cataluña, los conductores pueden leer dos grandes carteles. En uno, el Ayuntamiento da las gracias por la visita, y en el otro, el Ministerio de Fomento pide disculpas "por las molestias" y recomienda "precaución". Vallas, máquinas y obreros conforman la estampa de una gran obra que dura ya años y que ha vuelto a enfrentar estos días a las dos administraciones.

El pasado viernes, la mañana discurrió relativamente tranquila, y los policías locales apostados en todas las esquinas para animar la fluidez del tráfico apenas usaron el silbato. A principios de mes, sin embargo, hubo días de embotellamiento extremo, con colas kilométricas para pasar por la rotonda. "Yo tardé 20 minutos más en llegar a casa", recuerda Jesús Ordaz, de 41 años, uno de los muchos conductores a los que pilló el atasco. La obra obligó a cortar tres de los seis carriles disponibles, y la medida coincidió con el regreso de las vacaciones. "Esto siempre está atascado. No se entiende cómo se hacen en poco tiempo obras faraónicas para divertir a cuatro y las públicas que sirven a todos se atrasan", se queja Vicent Pons, de 56 años.

De "vergüenza" ha calificado la alcaldesa, Rita Barberá, del PP, el hecho de que la obra lleve cuatro años en marcha. La primera piedra se colocó en febrero de 2004, meses antes de que el Gobierno del PSOE asumiera el poder. "Estaba todo listo para comenzar, pero la obra se retrasó dos años sin justificación", asegura el concejal de Circulación, Alfonso Novo. La demolición del paso elevado de entrada y salida a Valencia para sustituirlo por un túnel no comenzó hasta el verano de 2006, justo después de la visita del Papa Benedicto XVI. Podría haberse iniciado meses antes, pero el Ayuntamiento pidió que se aplazara a después del evento, aduce el Gobierno, que rechaza retrasos en la obra.

El Ministerio de Fomento argumenta que cuando se puso la primera piedra, el proyecto ya tenía siete años, estaba obsoleto en sus cálculos de tráfico, en el diseño y en la normativa de seguridad. Hubo que rehacer el proyecto, incluso en aspectos elementales, como en el caso de la torre mirador que presidirá la rotonda, de más de 40 metros de altura y que tenía prevista una barandilla al aire incompatible con la seguridad de los visitantes. La necesidad de mantener la zona abierta al tráfico, con una intensidad media diaria de 90.000 vehículos, también ha complicado el proyecto, alega el Gobierno. También ha sido necesario que la Generalitat desviara el tranvía y recolocara después las vías en mitad de la rotonda, otra actuación que ha sumado retrasos. Y la Unión Europea cambió las normas de seguridad en túneles en 2006. Excusas, según Alfonso Novo, que no ve "justificación" para que la obra dure tantos años. Desde 2006, asegura el concejal, la regulación del tráfico ha supuesto un coste de 800.000 euros. El Gobierno prevé que no tardará en abrir el túnel lateral de salida a la V-21 desde la calle del Clariano. La obra está avanzada, pero no hay fecha para su conclusión.

La rotonda de salida a Barcelona junto al campus de Tarongers, en obras, el pasado jueves.
La rotonda de salida a Barcelona junto al campus de Tarongers, en obras, el pasado jueves.MÒNICA TORRES
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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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