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Benedicto XVI en el país de los laicos

La Francia de Sarkozy recibe hoy al Papa como un intelectual de prestigio

El papa Benedicto XVI inicia hoy en París una visita de cuatro días a Francia, que le llevará también al santuario de Lourdes. Lejos del tirón popular de su predecesor, Juan Pablo II, el Papa alemán es considerado un intelectual en el país que inventó el concepto de intelectual comprometido.

Francia, la hija mayor de la Iglesia desde que los borbones prácticamente exterminaran a la disidencia protestante, es también el Estado laico por excelencia.

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El cardenal francés Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, declaró ayer que Francia espera que el Papa deje un "discurso claro sobre la sana laicidad cuando hable en el Elíseo", y "una palabra iluminadora sobre la cultura en su intervención ante el mundo académico".

En esos dos discursos, el primero ante el presidente Nicolas Sarkozy y el segundo ante la crema intelectual francesa, parecen estar las claves políticas del primer viaje pastoral de Benedicto XVI a Francia. Grosso modo, la idea es que el Papa defenderá en París una laicidad a lo Sarkozy, y denostará el laicismo militante, a lo Zapatero.

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Pero la Francia laica también está cambiando. Hace poco más de una década, todavía el 80% de los franceses se declaraban católicos. En 2007, sin embargo, esta cifra había descendido hasta el 51%, y sólo un 10% de esta mitad de la sociedad gala aseguraba que iban a misa con cierta regularidad. Por otro lado, el laicismo, la estricta separación entre la Iglesia y el Estado establecido en el primer artículo de la Constitución, de cuya instauración definitiva en Francia se cumplio un siglo hace poco, está siendo al menos redefinido por el presidente Nicolas Sarkozy.

Él y su esposa Carla Bruni recibirán al Papa en el aeropuerto de Orly. No es su primer encuentro. El presidente francés fue recibido en el Vaticano el pasado mes de enero y pronunció un discurso en la basílica de San Juan de Letrán que causó un gran impacto en la sociedad francesa. "En la transmisión de los valores y en el aprendizaje de la diferencia entre el bien y el mal, el institutor no podrá nunca remplazar al sacerdote o al pastor, incluso si es importante que se aproxime, porque siempre le faltará la radicalidad del sacrificio de su vida y el carisma de un compromiso basado en la esperanza", dijo.

"Un hombre que cree, es un hombre que espera", añadió Sarkozy, "y el interés de la República es que haya muchos hombres y mujeres que esperen. La desafección progresiva de las parroquias rurales, el desierto espiritual de las barriadas (...) la penuria de sacerdotes, no ha hecho más felices a los franceses", añadió para propugnar "una laicidad positiva que no considere que las religiones son un peligro, sino una baza".

Esta "laicidad positiva" es lo que viene ahora a buscar el Papa alemán, que pretende que se le otorgue a la Iglesia un mayor espacio en el debate público. Pero el inquilino del Elíseo aún no ha acabado de definir en qué consiste la "laicidad positiva". Porque el discurso de Sarkozy tiene, esencialmente, otros destinatarios: las otras religiones presentes en Francia, minoritarias, pero cada vez más presentes, como es el caso del islam, que el inquilino del Elíseo quiere integrar en el modelo republicano.

Contra Benedicto XVI juega también su bien ganada fama de conservador, que en Francia se relaciona con su acercamiento a los movimientos católicos más integristas, como el del cardenal Lefébvre, al que se le ha permitido decir de nuevo la misa en latín, según el ritual del Concilio de Trento. Según una encuesta publicada ayer por Le Parisien, más del 75% de los franceses lo consideran, sobre todo, un conservador, y el 25% dice tener una mala opinión del Pontífice.

Su amor por la liturgia y su recuperación de algunos elementos vestimentarios que acumulaban polvo en los armarios del Vaticano, le está causando los primeros problemas. La organización de defensa de los animales Fourrure Torture (Pieles Tortura) ha pedido a Benedicto XVI que renuncie a utilizar pieles de animales, en especial de armiño, que forma parte del conjunto papal de capa y gorro rojo, llamado camauro, ribeteados con piel de este animal, un atuendo que no se había utilizado desde que falleció Juan XXIII en 1963.

La Santa Sede ha preparado el terreno con mimo, dejando incluso caer la posibilidad de que el presidente Sarkozy puede ser el hombre que se atreva a tocar la ley que consagró en 1905 la radical laicidad del Estado francés.

"Nadie debe ser obligado a creer y a nadie se le debe impedir creer", dijo ayer el número dos del Vaticano, Tarsicio Bertone al evocar el concepto de "laicidad positiva" de Sarkozy. El secretario de Estado vaticano utilizó esa idea para defender el derecho de la Iglesia Católica a intervenir en los procesos legislativos de los países, "si le parece evidente que se desvían de la ley natural o del bien común", y recordó que "la Iglesia debe respetar y ser respetada".

El Papa envió un saludo "al pueblo francés y a todos los habitantes de esa amada nación", anunció que llega como "mensajero de paz y fraternidad", y glosó la tradición francesa "de acogida y tolerancia", "la solidez de su fe cristiana y la elevada cultura humana y espiritual".

Nicolas Sarkozy conversa con el papa Benedicto XVI en el Vaticano el pasado diciembre.
Nicolas Sarkozy conversa con el papa Benedicto XVI en el Vaticano el pasado diciembre.AFP

De París a Lourdes

- El Papa se reunirá hoy con Sarkozy en el Elíseo y saludará a los jóvenes en el atrio de Notre Dame.

- Mañana, intervendrá ante la Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la que es miembro desde 1992.

- En su visita a Francia con motivo del 150º aniversario de la aparición de la Virgen María en Lourdes, adonde llegará en la tarde del sábado, Benedicto XVI pronunciará 11 discursos.

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