¿El fin del milagro?
El coste de la reconstrucción de Georgia se ha cifrado en 1.000 millones de euros, equivalente al 10% del PIB
La guerra de seis días con Rusia podría poner fin a uno de los períodos de expansión económicos más prósperos de la historia de Georgia. El Gobierno del prooccidental Mikhail Saakashvili ha logrado convertir al pequeño país caucásico en una de las economías más pujantes de las ex repúblicas soviéticas. Los principales pilares de este crecimiento -que ha duplicado su PIB per cápita en tres años- han sido radicales reformas estructurales, la masiva llegada de inversiones extranjeras, cuentas ordenadas y fuertes ingresos petroleros.
La clave ha sido controlar la burocracia, combatir la corrupción, flexibilizar la regulación laboral y aumentar la recaudación fiscal, uno de los males endémicos de una economía en la que el sector informal dominaba el aparato productivo. Esto ha permitido que en los dos últimos años el PIB creciese una media del 11%, que la inversión extranjera directa se cuadruplicara hasta los 2.000 millones en 2007, que el PIB per cápita se situase en 2.300 dólares y que la producción industrial creciera el 13% anual.
Los analistas creen que el país tardará en recuperar el dinamismo
Datos que probablemente no se repetirán este año y que pueden quedar en el recuerdo tras la guerra. Las estimaciones preliminares del ministro de Economía, Eka Sharashidze, indican que la reconstrucción rondará los 1.000 millones de euros, un poco más del 10% del total del PIB georgiano. La Unión Europea ha comprometido ayudas equivalentes a 1.000 millones de euros y Estados Unidos una cifra similar. El Ejecutivo además podría conseguir ayuda adicional del Fondo Monetario Internacional (FMI) por otros 750 millones.
Las fuentes oficiales no hablan de la repercusión de esta crisis. "Estamos comenzando a evaluar los daños estructurales", ha dicho Sharashidze. Los analistas lo tienen más claro: tendrán que pasar varios años para que el país recupere el dinamismo mostrado hasta hace un par de meses. Al coste de la reconstrucción, hay que sumarle el desplome del comercio exterior, una inflación disparada, escasez de insumos productivos, paralización de los mercados de trabajo y financiero y la incertidumbre del inversor extranjero respecto del futuro de un país que podría dividirse.
Y es que esta guerra ha llegado en el momento de mayor auge de capitales extranjeros en el país. Georgia atraviesa por un exitoso proceso de privatizaciones en sectores como infraestructuras, banca, minería, construcción y energía, que se ha visto paralizado. El principal objetivo de la ayuda exterior es poner en marcha la estructura productiva, para evitar que los capitales foráneos abandonen el país. Las principales empresas inversoras en Georgia son compañías estadounidenses y europeas.
Los problemas pueden ser mayores si se considera que uno de los peores problemas ha sido una inflación galopante, de la mano de un consumo doméstico favorecido por los buenos indicadores económicos. Antes de la guerra, los precios en Georgia crecían una media anual del 9,2%, el doble que la eurozona. Esto sin contar con la escalada mundial en el precio de los alimentos y de los combustibles. A esto hay que sumar también la escasez de alimentos, de hidrocarburos y la paralización del sistema comercial en las ciudades más afectadas.
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