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Reportaje:ECOLOGÍA

Dura vuelta al cole en EE UU

La crisis inmobiliaria y financiera recorta los gastos de las familias y obliga a las escuelas a ahorrar en lo que puedan

La vuelta al colegio es un momento emocionante para los niños. Ropa a estrenar ante los compañeros y una flamante cartera a las espaldas con libros y lapiceros. Pero ¿qué pasa cuando se trata de una de los millones de familias que en EE UU están sufriendo el impacto de la crisis inmobiliaria y financiera en sus bolsillos?

El alza de los alimentos y de la gasolina, los problemas para acceder al crédito o el temor a perder el empleo se siente en muchas comunidades a lo largo y ancho de EE UU, que se están topando con serias dificultades para que los niños vuelvan a clase. "Este año vamos a gastar lo mínimo", afirma Tanya Barca. Esta madre de Kingman (Arizona), una de las localidades que atraviesa la legendaria Route 66, explica que le va a costar llegar a fin de año. Por eso va a recortar drásticamente su presupuesto, de 250 a 100 dólares por hijo. Tiene dos. Wendy Powell, con tres, lo tiene aún peor y va a gastar sólo 20 dólares por cabeza.

Los colegios ponen reglas hasta para el uso del papel higiénico y piden a los padres que hagan sacrificios adicionales

La caza de las gangas no es suficiente, por eso Powell dice que sus hijos irán al colegio con la misma ropa que el año pasado y usarán los mismos lapiceros. "Nada de nuevos lapiceros o caprichos", remacha. La historia se repite en cada parada por la histórica carretera que atraviesa el país.

El Consejo Internacional de Centros Comerciales ya anticipa que será la vuelta al colegio más complicada en siete años en EE UU. El 71% de los consumidores estadounidenses tiene asumido que este año gastarán menos en las compras para la vuelta al colegio, según una encuesta de la consultora Deloitte LLP.

El 80% comprará artículos en descuento o con cupones. Y para añadir más dramatismo a la situación, el paquete de incentivos fiscales aprobado la pasada primavera, dotado con 168.000 millones de dólares en devoluciones de impuestos y desgravaciones, está sabiendo a poco a las familias.

Muchos niños van a tener así que andar este año un poco más para coger el autobús, pagar más por el almuerzo y estudiar con libros usados, mientras sus padres se las ingenian para poder llegar a final de mes, buscando gangas en las cosas básicas.

Los grandes beneficiados de la crisis son las cadenas de descuento, como Wal-Mart y Costco Wholesale, que aprovechan que las familias de clase media también empiezan a mirar lo que tienen en la cartera, en lugar de pasar la tarjeta de crédito y acumular deuda. Y esto perjudica a sus grandes rivales. Target, por ejemplo, está viendo cómo sus clientes recortan gastos en la compra de ropa. Gredd Steinhafel, consejero delegado de la cadena comercial, reconoce que no ve una mejora a corto plazo. Y a la vista de la situación, está orientando su campaña de publicidad a realzar el bajo precio de sus productos.

Steinhafeld es el primero que dice que cuando se trata de ahorrar, lo primero que le viene al consumidor a la cabeza es Wal-Mart. JC Penney acusa una situación similar. Sus ventas cayeron en primavera un 2,5%, porque los consumidores compensan el alza de precios comprando menos para sus casas y armarios. El beneficio de Sears cayó un 62%, tras un parón en las ventas del 4%. Su consejero delegado interino, Bruse Janhson, afirma que estos resultados "son reflejo del efecto continuado de una economía débil".

Pero los establecimientos de segunda mano, como los regentados por el Ejército de Salvación, donde las familias con bajos ingresos o problemas financieros acuden para comprar ropa u otros artículos, han hecho el agosto. Rick Rolfsmeyer va a uno en Hollandale (Wisconsin). Tiene dos niños adolescentes. "Este año, que no esperen ropa de marca", dice.

El efecto de los incentivos fiscales se notó en julio. Pero, como señalan desde la consultora Davidowitz, se irán reduciendo conforme se avance hacia el otoño: "Es un ambiente complicado, incluso para Wal-Mart". La presión sobre el consumidor se hace sentir, como refleja la caída de las ventas en el comercio. "Y si julio fue complicado, a ver qué pasa en agosto", añaden desde Mason Street Advisors. La firma Strategic Resource explica que el comercio se topa con los mismos problemas que sus clientes, por eso creen que deberán subir los precios para que el alza de los costes no se coma el ya pobre margen de beneficios.

La vuelta al colegio es, junto a la Navidad, el termómetro de la marcha de la economía en EE UU. Y a partir de lo visto saltan muchas preguntas sobre la salud del consumo, del que dependen dos terceras partes del crecimiento. Terry Lundgren, presidente de Macy's, anticipa una nueva ralentización. Y aunque se expresa con cautela ante la "volatilidad" reinante, no piensa que haya razones para pensar que se esté produciendo un cambio "dramático" en el comportamiento del consumidor. "Se trata de entender el juego y encontrar el equilibrio", concluyen desde Thrivent Asset Management.

Las familias no son las únicas con problemas en esta espiral. El alto precio de los alimentos está encareciendo mucho la factura de los comedores en los colegios. Y la espiral de la gasolina también dispara el coste de las rutas del autobús amarillo. Por no dejar de mencionar el aire acondicionado y la calefacción.

Algunos centros educativos, sobretodo en las zonas rurales, están recortando programas al margen de las horas escolares para ahorrar. Otros prefieren directamente saltar un día lectivo y alargar 10 minutos cada clase el resto de la semana, para no trastocar la formación de los niños.

Esta opción de los cuatro días de clase semanales está siendo considerada por muchos distritos, porque permite grandes ahorros a los centros en combustible y electricidad. Pero se hace a costa de que los padres tengan que buscar una solución para que los hijos no estén solos en casa mientras ellos trabajan.

La Asociación Estadounidense de Administradores Escolares recuerda que es una medida a la que ya se recurrió durante la crisis petrolera de los años setenta. Pero estos días se ponen reglas en los colegios hasta para el uso del papel higiénico, y se está pidiendo a los padres que hagan sacrificios adicionales por la educación de sus hijos.

Estudiantes de la escuela Indian Ridge, en Davie (Florida), se dirigen a sus clases.
Estudiantes de la escuela Indian Ridge, en Davie (Florida), se dirigen a sus clases.BLOOMBERG

El repunte que no llega

Una "U", una "V", una "W" o una "L". No se trata de una sopa de letras, ni de un episodio de Barrio Sésamo. Es la representación con las letras del alfabeto del debate que se mantiene en Wall Street y en círculos académicos sobre la marcha de la economía de EE UU y su posterior recuperación. La "U" hace referencia a una crisis de duración media. La "V" a otra de corta duración. La "W" a una doble recesión corta y ligera... Y, evidentemente, no hay acuerdo.

Hace meses se decía que el ansiado repunte llegaría en verano, tras un final de 2007 y un arranque de 2008 anémico. Hasta ahí todo correcto. El dato de crecimiento del PIB del segundo trimestre señala un aumento del 3,3%. El aumento de las exportaciones, empujadas por un dólar débil, está haciendo de colchón.

El problema está en anticipar lo que pasará entre julio y diciembre. ¿Será una crisis suave o de larga duración? En la calle se teme por esta última, representada por la letra "L", y eso explica que los niveles de confianza estén a su nivel más bajo desde 1992.

Los datos, sin embargo, dejan la impronta de la letra "W". Y la pérdida de efecto de los incentivos fiscales hace temer por una segunda fase de desaceleración por la caída del gasto. La letra que nadie se atreve a poner sobre papel es la "R", la de la temida recesión, que se puede convertir en "D" (depresión) si la crisis se alarga. -

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