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Columna
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Camps y el desgobierno

Ya sé que los socialistas valencianos andamos estos días ajetreados con nuestro congreso, pero puedo asegurarles que a toda la militancia nos preocupa el buen resultado de este cónclave. Sabemos que es decisivo para reconstruir nuestra organización política, pero también para dar una referencia nítida, clara, contundente, desde la izquierda moderna y progresista, como alternativa al ineficaz, caduco y deslenguado gobierno de Camps.

Mientras, Camps, como si ya no fuera de este mundo, levita soberbio entre los problemas de los valencianos. Cuando algo va mal, la culpa es de otros, pero él no hace nada para remediarlo. Cuando los índices, datos e informes salen negativos para la gestión de su gobierno, mira con desprecio como si no entendiéramos que él ya no se ocupa de pequeñeces de los mortales.

Algún día tendrá que rendir cuentas de para qué han servido los grandes eventos. Ya sabemos que salimos "segundos" en las televisiones, y qué bonito está todo desde el aire. La realidad es cuando se ponen lonas para cubrir las miserias o las tristezas.

Los últimos informes objetivos (ahí están publicados) nos indican que la Comunidad Valenciana suspende en sanidad: tenemos la prestación sanitaria más deficiente; el fracaso escolar en secundaria afecta a cuatro de cada diez alumnos valencianos: nuestra Comunidad es la que más ha incrementado (14,4 puntos) el abandono de los estudios; más de 20.000 niños empezarán el lunes las clases en barracones; nuestros índices culturales son los más bajos de toda España; el desempleo crece más aquí que en cualquier otra autonomía; el gobierno Camps reduce las inversiones públicas en infraestructuras y carreteras (hasta casi un 40%); tenemos menos construcción de vivienda protegida que el resto de España, en momentos donde sería un buen auge para este sector; y se bloquean las ayudas de la Ley de Dependencia, porque Camps prefiere las pataletas electoralistas a cubrir las ayudas de los valencianos.

Eso sí, nada de todo esto parece preocupar a Camps. Aunque algo no va bien en su gobierno. Porque tan sólo un año después empiezan los bailes de consellers y la cacareada remodelación.

Hay un conseller de Educación que pide a gritos que lo cesen, pues provoca, insulta, ataca y gestiona como elefante en cacharrería haciendo gala de lo poco que le importa la educación. Hay una consellera de Cultura desaparecida e ineficiente, que parece haber ganado su puesto en una tómbola de reparto de cuotas; el área estrella de Camps, Cultura, se ha perdido entre irregularidades, inundaciones del Palau, fundaciones opacas, y falta de brillo de una consellera que ni ella misma ha entendido qué hace ahí. El conseller de Inmigración, experto en estadísticas y análisis electorales, y más ocupado siempre de maniobras que de gestionar, se ha encontrado fuera de juego con un área tan importante como la inmigración; pero es que lo suyo no está ni en el corazón ni en los derechos, sino más bien en el estómago y en el precio.

Y a todo este respetable gobierno, hay que sumar a un portavoz en las Cortes que quiere ser protagonista o imitador, pero nunca le sale la gracia. Él nunca oyó a Carlos Fabra, ese "ejemplar militante del PP al que todos rinden pleitesía en la puerta de su casa", quizás porque siempre le toca la lotería, decir "hijo de puta" a un alcalde socialista. Ni lo oyó, ni lo desmintió, ni lo criticó. ¡Faltaría más, igual así hace más puntos para ser conseller!

Y ahora, que venga la tropa a decir que yo escribo esto porque estoy en los líos del congreso de mi partido socialista, y quiero sacar cabeza. ¡Como si no me conocieran! ¿Y saben qué? Pues que nosotros tendremos líos, problemas, dolores, ineficacias, invisibilidad, y muchos errores. Pero los pillos están enfrente.

Ana Noguera es diputada autonómica del PSPV-PSOE.

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