Cheney da en Tbilisi un espaldarazo al ingreso de Georgia en la OTAN
Seis ex repúblicas soviéticas expresan su apoyo al papel de Moscú en la región
"Georgia entrará en nuestra alianza. La OTAN es una alianza defensiva. No es una amenaza para nadie". Así, sin rodeos, el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, dio ayer en Tbilisi un espaldarazo al ingreso de Georgia en la Alianza Atlántica, una perspectiva estratégica que es un elemento clave en las fricciones actuales entre Washington y Moscú.
Sólo Bielorrusia tiene las manos libres para alinearse totalmente con el Kremlin
Tras reunirse en Tbilisi con el presidente, Mijaíl Saakashvili, Cheney reafirmó el compromiso de EE UU con Georgia y la condena de la actuación rusa en el conflicto desatado en la región separatista de Osetia del Sur. "Cuando vuestra nación ganó la libertad en la revolución de las rosas, EE UU fue en ayuda de la valiente y joven democracia georgiana", dijo. "Hoy lo volvemos a hacer".
"Os reiteramos nuestro respaldo ahora, mientras trabajáis para superar una invasión de vuestro territorio soberano y un intento ilegítimo y unilateral de cambiar por la fuerza las fronteras de vuestro país, intento que ha sido universalmente condenado por el mundo libre", argumentó Cheney. La actuación rusa "ha puesto en duda su fiabilidad como socio internacional", aseguró el vicepresidente.
Saakashvili, por su parte, agradeció la ayuda de casi 700 millones de euros que Washington ha concedido a Georgia y subrayó que su prioridad es reconstruir el país.
Tras la etapa georgiana, Cheney viajó a Ucrania, en dónde tiene previsto reunirse con el presidente Víktor Yúshenko, justo dos días después de la ruptura de la coalición prooccidental en el Gobierno en Kiev. Yúshenko, gran impulsor de la entrada de Ucrania en la OTAN, amenazó el miércoles con convocar elecciones anticipadas, acusando a su aliada, la primera ministra, Yulia Timoshenko, de unir fuerzas con la oposición prorrusa.
Mientras Cheney se aprestaba a encarar el nuevo escenario político ucranio, a Moscú arribaban los líderes de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), integrada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguizistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, para una cumbre centrada en la crisis caucásica.
Los ministros de Exteriores de la OTSC aprobaron ayer una declaración en la que respaldan las acciones del Kremlin, brindando su "apoyo al papel activo de la Federación Rusa para contribuir a la paz y la cooperación en el Cáucaso y garantizar una seguridad sólida a Osetia del Sur y Abjazia". No hubo referencias al reconocimiento de la independencia de las dos regiones separatistas.
Los optimistas en Rusia esperan que hoy algunos países de la OTSC sigan el ejemplo de Nicaragua y reconozcan a esas regiones, aunque no está claro que ello suceda. El único que tiene realmente las manos libres para apoyar incondicionalmente a Moscú es el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, ya que su país carece de amenazas reales o potenciales de separatismo y sus relaciones con Occidente son ya lo suficientemente malas como para no temer empeorarlas.
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