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La amenaza del huracán Gustav

McCain aprovecha la crisis para hacer alarde de su liderazgo

El candidato quiere redimir a los republicanos del fiasco de Bush con el Katrina

Antonio Caño

Haciendo de la necesidad virtud, John McCain intenta convertir el huracán Gustav, que ha arruinado parcialmente el lucimiento de la Convención Republicana, en una oportunidad para demostrar su capacidad de dirigir la nación en momentos de crisis, una faceta en la que las encuestas siempre le han reconocido por encima de su rival, el demócrata Barack Obama.

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El primer día de la convención, ayer, fueron suspendidos todos los actos excepto la apertura formal de la reunión. Los presentadores de los principales informativos de la televisión, que suelen cubrir estos eventos en directo, estaban en Nueva Orleans. McCain también pasó el domingo en la región del golfo de México interesándose por los trabajos preparativos para hacer frente al Gustav. Él mismo anunció por la noche en una entrevista que estaba considerando la posibilidad de pronunciar su discurso de aceptación de la candidatura presidencial, el jueves, en Nueva Orleans o en un lugar próximo en vez de hacerlo en la sede de la convención, Saint Paul (Minnesota).

?Es el momento de quitarnos el sombrero de republicanos y de ponernos el de estadounidenses?, repitió McCain en varios actos públicos en la víspera de la llegada del huracán. ?Tenemos que redirigir nuestros esfuerzos de lo que iba a ser una celebración de partido a actuar como estadounidenses, tenemos que ir de un acto de partido a un llamamiento a toda la nación en apoyo de nuestros compatriotas en este tiempo de tragedia?.

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McCain y su esposa, Cindy, visitaron ayer en Ohio un centro de recogida de ayuda para los afectados y colaboraron un rato en los trabajos. ?Es hora de que todos los estadounidenses colaboren en la medida de sus posibilidades?, manifestó.

El candidato republicano sabe el precio que pagó el presidente George W. Bush por ignorar la llegada del Katrina. Justo aquel día, el 29 de agosto de 2005, Bush estaba en Arizona compartiendo pastel de cumpleaños con McCain, ajeno al drama de Nueva Orleans.

El candidato intenta que el Gustav sea una oportunidad de redimir a todo el Partido Republicano de la penitencia que tuvo que pagar por aquel grave error de cálculo. El propio Bush está tratando de contribuir a ese mismo esfuerzo con su viaje ayer a Tejas, para seguir en directo la evolución de los acontecimientos. Estaba previsto que desde allí se dirigiera a la nación al final del día, una vez que se hubieran visto los efectos del paso del Gustav.

En Saint Paul, mientras tanto, todas las actividades de la convención quedan sujetas a confirmación diaria, en función de los sucesos del Golfo. La actividad política se ha desplazado a otros terrenos con menos focos y fanfarrias, pero no de importancia menor. Un portavoz del Partido Republicano, Rick Davis, acusó ayer a Barack Obama de tratar de sacar rendimiento político del Gustav. Lo mismo sugirieron en distintas declaraciones otros dirigentes del partido.

No hay constancia de ninguna declaración de Obama que justifique una declaración así, a no ser que pueda interpretarse en ese sentido un comentario, el sábado, de un portavoz de la campaña que expresaba su esperanza de que no se repitieran ahora los errores cometidos durante el Katrina.

En todo caso, cierto o no, éste es un terreno muy peligroso para los demócratas. Si los republicanos consiguen dar la impresión de que McCain se preocupa de los problemas de los afectados mientras Obama hace discursos y política, el Gustav, que llegó como una maldición, podría acabar siendo, pese a toda la tragedia del caso, una bendición para el veterano senador.

Obama ha explicado que no ha querido ir todavía al Golfo para no complicar con su presencia ?y con la movilización de seguridad que eso supone? el trabajo de las personas que se dedican al Gustav, pero que lo hará en cuanto las circunstancias sean más propicias.

La candidata republicana a la vicepresidencia de EE UU, Sarah Palin, y John McCain, en O'Fallon (Misuri).
La candidata republicana a la vicepresidencia de EE UU, Sarah Palin, y John McCain, en O'Fallon (Misuri).AFP

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