Un nadador en el Olimpo
A Phelps, con 16 medallas, sólo le queda superar el total de la gimnasta Latynina (18)
¿En qué lugar se ha colocado Michael Phelps entre los mejores deportistas? Comparar hazañas en distintos deportes es complejo y subjetivo. Los esfuerzos, las técnicas y las habilidades pueden ser tan diferentes como la época y las circunstancias. Los programas de pruebas también han cambiado tanto a lo largo de la historia olímpica que las valoraciones son múltiples. Pero Phelps, obvio, está entre los más grandes.
¿Tiene más mérito ahora Tiger Woods que en su momento Lance Armstrong, Michael Jordan o Michael Schumacher? ¿La precisión en los hoyos es comparable al esfuerzo de subir montañas, conseguir canastas imposibles o conducir a más de 200 kilómetros por hora? A Armstrong incluso se le valora ya entre comillas por las sospechas de dopaje, otra variante a incluir. Si en el deporte en general son complicadas, las comparaciones con modalidades y temporadas diferentes, también lo son en el olímpico pese a que las medallas pueden establecer un orden estadístico.
En cualquier caso, la hazaña de Phelps es enorme al tratarse de la natación, un deporte básico y con un nivel de competición universal. En Pekín ha pasado a encabezar la estadística más prestigiosa: mayor número de oros en una sola edición olímpica, ocho, por delante de Spitz. El gimnasta soviético Alexander Ditiatin sumaba también ocho medallas en unos Juegos (tres oros, cuatro platas y un bronce) en Moscú 80.
A Phelps sólo le quedaría por superar en el total de medallas a Larisa Latynina, otra gimnasta soviética que entre Melbourne 1956, Roma 1960 y Tokio 1964 sumó 18 metales, con nueve de oro, cinco de plata y cuatro de bronce. Latynina sólo ha sido la mejor en números. Incluso en su deporte. Fue una gimnasta resistente que aprovechó una época. Hija de un descargador de muelles de Jerson (puerto ucranio del mar Negro) asesinado por los nazis, pudo haber bailado en el Bolshoi, pero se dedicó a la gimnasia. Fue más trabajadora que estrella.
El mérito de atletas como Paavo Nurmi o Carl Lewis, los más laureados y procedentes del exigente deporte rey, sí están más en la escala de Phelps. Los nueve oros y tres platas del fondista finlandés en Amberes 1920, París 1924 y Ámsterdam 1928 o los nueve oros y una plata del velocista y saltador estadounidense en cuatro ediciones, de Los Ángeles 1984 a Atlanta 1996, tienen un peso específico mucho mayor en un deporte con repartos menores incluso que la natación. Y la longevidad también es un grado. El remero británico Steven Redgrave ganó en cinco Juegos Olímpicos y Lewis, su compatriota lanzador de disco Al Oerter y el regatista danés Paul Elvstroem, en cuatro ediciones diferentes. No tenían "tantos aparatos" como en gimnasia. De ahí, el enorme valor de permanencia en la cumbre. Hasta que llegó Phelps y arrasó con todas las marcas.
Y, al final, también influye la suerte, otra variable. ¿Qué habría ganado Jesse Owens tras sus cuatro oros de Berlín 1936 si no hubiera estallado la Segunda Guerra Mundial y se perdiera con ello dos Juegos?
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