Golpeado y apuñalado un hombre en un 'piso patera' de un sótano de Usera
Las inmediaciones del número 129 de la calle de Antonio López, en el barrio de Usera, eran al mediodía de ayer un hervidero de policías, servicios de emergencias, vecinos y curiosos. Alrededor de las 13.30 un hombre de 34 años, de origen guineano, salió de un sótano de este inmueble, en el que se ofrecen servicios de videncia, herido por una puñalada en el abdomen.
Según fuentes de la Jefatura de Policía, la víctima fue golpeada por unos atacantes no identificados en el sótano que alquiló y fue acuchillado en el portal mientras intentaba huir. La casualidad hizo que pudiera detener una ambulancia del Sermas que pasaba frente a la casa y fue trasladado al hospital Clínico San Carlos, donde ha sido intervenido de urgencia y permanece con pronóstico grave. Las circunstancias del suceso se están investigando.
En el domicilio se prestan servicios de videncia, según los vecinos
Ayer reinaba cierta confusión en el lugar del ataque. Ninguna de las personas que se encontraban en la calle en aquel momento era capaz de precisar con seguridad el número o el aspecto de los atacantes. Uno de los agentes de policía presentes confesaba que, al no haber encontrado ningún testigo directo, la reconstrucción de los hechos les estaba resultando muy difícil.
El herido, según algunos de sus vecinos, comparte la vivienda con un número indeterminado de africanos. "Lo raro es que no haya pasado antes", decía una de las vecinas del edificio. María alquiló el sótano que ahora habita la víctima por 750 euros aunque no llegó a vivir en él, en el curso de la mudanza se arrepintió y anuló el contrato. "Es inhabitable: húmedo, oscuro y muy pequeño, no me explico cómo cabe tanta gente". Según María y otros habitantes del inmueble resulta difícil saber el número de personas que ocupan los dos apartamentos en los que está dividido el sótano, alquilados ambos por africanos. La razón es el constante trasiego de gente.
Las supuestas actividades esotéricas que se llevan a cabo en el sótano hacen que entren y salgan clientes y colaboradores del presunto vidente para recoger octavillas de propaganda en las que se enumeran sus mágicas virtudes. "El telefonillo no sirve para nada. Abren el portal a cualquiera que quiera entrar", relataba una mujer que alquila un piso de las primeras plantas. Uno de los curiosos, inquilino de un apartamento en el número 170 de la misma calle, afirmaba que el pasado lunes alguien había forzado la puerta de su domicilio sin éxito, "estas cosas empiezan a pasar con demasiada frecuencia en el barrio", comentaba con indignación.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.