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El Ayuntamiento recorta aceras junto al Senado para que giren los autobuses

La reforma del entorno de Ópera obliga a desviar dos líneas por calles estrechas

"Me ha costado un poco, la verdad, porque además la calle está en cuesta". Vladimir está más que acostumbrado a conducir la silla de ruedas del anciano que cuida, pero desde hace una semana la acera de la calle de Bailén con plaza de la Marina Española le obliga a hacer maniobras.

La esquina de Bailén con Marina Española ha pasado de tres metros a uno
Los vecinos critican que nadie les haya avisado de las obras ni de las rutas

"Me ha costado un poco, la verdad, porque además la calle está en cuesta". Vladimir está más que acostumbrado a conducir la silla de ruedas del anciano que cuida, pero desde hace una semana la acera de la calle de Bailén con plaza de la Marina Española le obliga a hacer maniobras. Antes de enfilar el estrecho pasillo se detiene, agarra con fuerza los mangos y gira muy lentamente para no salirse y acabar en la zanja. Prueba superada. "Pues me va a tocar pasar por aquí todos los días, porque lo llevo a pasear a la plaza de España", resopla. Tras él camina una familia de turistas. Padre, madre y dos niños. Más maniobras para que pase el cochecito del bebé. Hace apenas una semana esa esquina medía unos tres metros; ahora, poco más de uno.

Las aceras menguantes han aparecido también en la plaza de la Marina Española con la calle de la Encarnación y en Encarnación con la calle de la Bola. El jueves pasado, último día laborable, los obreros se afanaban para acabar el adelgazamiento. Los trabajos consisten en recortar las esquinas para que puedan girar los autobuses. Dentro de unos días, el trayecto de las líneas 25 (Ópera-Casa de Campo) y 39 (Ópera-Colonia de San Ignacio de Loyola) se modificará. Las obras de remodelación de la plaza de Isabel II (conocida como de Ópera) han obligado, aseguran desde el Ayuntamiento, a cambiar el recorrido de esas líneas, que dejarán de tener su cabecera en la plaza de Isabel II para trasladarla a la calle de San Quintín. Para llegar allí desde la cuesta de San Vicente van a verse obligadas a pasar por calles más estrechas de lo habitual, así que la solución ha sido recortar las aceras para facilitar el giro.

A los vecinos no les ha sentado bien el cambio. Primero porque nadie, aseguran, les ha informado. De un día para otro se han encontrado con las aceras reducidas a la mínima expresión. Y segundo, porque pasarán "de vivir en un barrio tranquilo a tener este trasiego de autobuses todos los días", se queja María del Carmen Fernández, vecina del número 4 de la plaza de la Marina Española. "Se oye por ahí que será un año", aventura. "Con los turistas que pasan por aquí, los niños de los colegios, la gente que se mueve con dificultad...", protesta la mujer.

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No será un año, sino medio, calcula un portavoz de la Empresa Municipal de Transportes (EMT). Es decir, que este recorrido, y también la reducción de las aceras, es provisional. La EMT asegura que los autobuses empezarán a pasar por allí en cuanto el Ayuntamiento dé la orden de que despejen la plaza de Isabel II, en unos pocos días.

El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, presentó a primeros de julio la reforma de la plaza. Se trata, según explicó, de aprovechar las obras de la estación de Metro para hacerla casi peatonal. El tráfico privado quedará relegado a la zona norte y las líneas de autobús se trasladarán para evitar su "excesiva presencia". Los peatones ganarán, según el proyecto, casi un 50% más de espacio. Además, está previsto plantar 79 árboles. Las obras costarán dos millones de euros y no acabarán hasta finales de 2009. El Ayuntamiento continúa así con su política de peatonalización del centro histórico. "Y nosotros estamos de acuerdo con ella", aseguran en el grupo municipal socialista, "pero reducir aceras y meter autobuses en calles más tranquilas va en contra de esa política", critican.La zona por la que circularán los autobuses está en pleno casco histórico, al lado del Palacio Real. Se trata de calles que los vecinos califican de muy tranquilas y con poco tráfico. Son, además, bastante estrechas y por ellas suelen transitar filas de turistas. Antes de que empezaran las obras, el paso por las esquinas era más que holgado (véase segunda foto). Desde hace unos días, la estrechez obliga a pasar en fila de a uno y dificulta la circulación de carritos de bebé y sillas de ruedas.

Los autobuses municipales -y una línea privada, la 500- circularán ahora por delante del Palacio del Senado, un edificio que data del siglo XVI. También del Real Monasterio de la Encarnación, fundado en 1611 por Felipe III y Margarita de Austria y patrimonio nacional. Allí es donde se guarda el relicario con la sangre de san Pantaleón, que supuestamente se licúa en el aniversario de su martirio, cada 27 de julio.

El grupo municipal socialista, que ha recibido las quejas de varios vecinos de la zona, critica que la peatonalización de la plaza de Isabel II signifique que otras calles tengan que cargar con ese tráfico.

"El Ayuntamiento actúa sin planificar. Con Gallardón, en el centro los problemas ni se crean ni se destruyen; se desplazan", asegura el concejal socialista del distrito de Centro, José Manuel Rodríguez. Y prosigue: "Al alcalde se le llena la boca con la peatonalización, pero la reducción de las aceras va en contra de esa política que ha establecido el Ayuntamiento, con la que nosotros estamos de acuerdo".

Una portavoz del Ayuntamiento quiso precisar que la remodelación de la plaza es competencia de Metro, que es la que va a reformar su parada frente al Teatro Real. "Metro se encarga de toda la obra, incluso de las aceras", insistió. Una portavoz de Metro aseguró que durante la semana que viene informarán a los vecinos de los cambios en los itinerarios de las líneas 25 y 39. La Empresa Municipal de Transportes (EMT) es la encargada de diseñar las nuevas rutas. "El Ayuntamiento hace esas obras para que puedan girar los autobuses y lleguen a la nueva cabecera", explicó un portavoz. "En realidad, no se considera que hay cambio de itinerario porque no hay ninguna parada nueva", precisó.

La EMT lleva varios días haciendo pruebas en el nuevo itinerario y se ha dado cuenta de que los autobuses no pueden hacer uno de los giros. Los bolardos estorban. Así que los quitarán y volverán a probar mañana, lunes, informó el portavoz, que precisó que el desvío es una solución provisional, que se prolongará unos seis meses. La línea 39, que circula entre Las Águilas (Latina) y Ópera, está entre las 20 más frecuentadas (son 207 en total) de Madrid.

El grupo municipal socialista critica la decisión porque, asegura, supone un retroceso en una zona en la que se habían ampliado las aceras y se habían colocado bolardos precisamente para quitar espacio a los coches e impedir que pudieran aparcar. "Tenemos que sentarnos y hacer una reflexión, un planteamiento general de cómo queremos que sea el centro histórico de la ciudad", pidió la portavoz adjunta del grupo, Ángeles Álvarez.

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