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El Ayuntamiento de Lugo infringe la ley de Memoria Histórica

Cuando ya han transcurrido diez meses desde la aprobación de la polémica ley de la Memoria Histórica, el Ayuntamiento de Lugo sigue obviando la disposición en que se ordena que los escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura deberán ser retiradas de los edificios y espacios públicos, salvo en caso de razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley. Ninguna de estas salvedades parecen darse en los dos institutos más conocidos de la ciudad. Tanto el IES A Nosa Señora dos Ollos Grandes como el Lucus Augusti llevan en su fachada el escudo franquista preconstitucional con su águila distintiva.

Las calles de la ciudad también eluden la ley. De hecho, el propio IES A Nosa Señora dos Ollos Grandes se sitúa en la avenida Ramón Ferreiro, el que fuera gobernador civil y gerente general de la prensa del movimiento. Otro caso paradigmático es el de Cedrón del Valle. El organizador de la Falange lucense en 1934, compañero de Juan Canalejo, da nombre a una calle y un ambulatorio céntricos. Son muchos los que piden la denominación de Rafael Vega Barrera, un médico lucense republicano fusilado durante la guerra civil, para el nuevo centro médico de Lugo. Otras calles que también infrigen la ley son la calle Ruiz de Alda (cofundador de la Falange junto a José Antonio Primo de Rivera) o la calle teniente Coronel Teijeiro, quien estuvo al mando en la operación nacional contra Asturias. Otro ejemplo más es el de la plaza Comandante Manso, el que fuera uno de los principales promotores del movimiento de sublevación en la ciudad.

Algunos cambios

Con todo, Lugo sí modificó algunos nombres, "esencialmente los más evidentes", reconoce la concejala de Cultura y Turismo Concepción Burgo. De este modo, General Franco pasó a ser rúa do Teatro, Carrero Blanco cambió por Fontiñas y 18 de julio se convirtió en Camiño Real. "Fuimos pioneros en modificar los nombres", asegura Burgo y destaca que "ahora sólo quedan pocas calles, de gente poco conocida". Advierte de que "hay que moverse hacia el cambio", pero lo supedita a la comisión del callejero y pide "sentido común" para "poco a poco" acabar con los últimos restos franquistas en la ciudad. Por su parte, el presidente de la Asociación para la Dignificación de las Víctimas del Fascismo, Claudio Rodríguez Fer, reivindica que "nombres como éstos tendrían que haber desaparecido hace mucho tiempo" alegando que "van en contra de la propia convivencia".

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