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Reportaje:PEKÍN 2008 | Gimnasia

La resurrección de Yang

El doble campeón mundial ha necesitado tres Juegos y un cambio de código para ganar el oro individual - China mantiene el pleno de victorias - Rafa Martínez acaba décimo y anuncia que se especializará en algunos aparatos

Amaya Iríbar

Yang Wei es un tipo muy conocido en el pequeño mundo de la gimnasia y una estrella del deporte en su país. Irrumpió en la élite hace casi una década. Era el año 1999, la ciudad china de Tianjin recibía a todos los gimnastas que querían ser alguien en los Juegos de Sidney del año siguiente y un entonces jovencísimo Yang se metía en la final absoluta de los Mundiales con la mejor nota. Acabó 12º. Desde entonces se ganó fama de gimnasta fallón. Uno más en el buenísimo ejército chino, siempre eclipsado por la estrella del momento.

Pero claro, eran otros tiempos. Unos tiempos en los que si un gimnasta se caía del aparato tenía que rezar para que a sus rivales les pasara lo mismo si quería tener la mínima opción. Lo sufrió el propio Yang en Sidney, donde acabó segundo, y, cuatro años más tarde, en Atenas, donde se hundió hasta la séptima posición.

El gimnasta chino sacó un punto de ventaja a sus rivales en anillas
Su programa es tan complejo que se puede permitir incluso fallar
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Ahora no hay quien pueda con Yang Wei. Ni él mismo. Ayer volvió a fallar, no de forma escandalosa pero falló, en el último aparato, la barra fija. Aunque no llegó a tocar suelo, se frenó tras una suelta que acabó demasiado cerca del aparato. Eso no impidió que se envolviera en la bandera de su país, se abrazara a sus entrenadores y saludara a un pabellón encendido antes de que los jueces le proclamaran campeón olímpico absoluto, el segundo de la historia de la gimnasia china, tras Li Xiaoshuang en Atlanta 1996, y aumentara de paso el pleno -tres oros de tres- de su país en la gimnasia de Pekín.

"Después de tantos años de competición, sobre todo en el concurso completo, no hay ningún rival que me ponga presión", diría después Yang, ahora un veterano de 28 años, a la prensa; "la presión viene de dentro".

Pero esa presión no tiene nada que ver con el triunfo de este gimnasta con cara de boxeador y pelo de punta. Yang cuenta con un arma secreta. Tiene de lejos el programa más complejo de todos los participantes. Y eso, con el nuevo código de puntuación, el que eliminó el 10 tras los Juegos de Atenas, le hace imbatible.

Hasta 2006 los ejercicios partían de una nota máxima de diez y los jueces deducían décimas, centésimas y hasta milésimas, por cada incorrección. Así que un 9,9 era una estupenda noticia. Desde entonces la valoración de la dificultad de los ejercicios se suma a la nota de ejecución y las buenas notas rondan los 16 puntos y desde entonces Yang Wei se ha proclamado dos veces campeón del mundo. El gimnasta chino acabó ayer con 94,575 puntos, con 2,5 puntos de ventaja sobre un debutante, el japonés Uchimura, y algo más sobre el sorprendente bronce, el francés Caranobe. Sólo en las anillas sacó al menos un punto a todos sus rivales. La dificultad de su programa asciende a 39,7 puntos (6,6 de media por aparato). Para que se hagan una idea el español Rafa Martínez, que ganó al chino en Atenas, donde acabó quinto, sólo alcanza esa nota en salto y parte con una desventaja de cuatro décimas antes incluso de ponerse las mallas.

Si además se falla, el descenso se vuelve vertiginoso. Y en la final fallaron todos. El japonés Tomita en la salida de las anillas. El alemán Hambuechen en la barra fija. El surcoreano Kim Dae Eun, al que los jueces robaron el oro en Atenas, en potro con arcos... Y el español Rafa Martínez en salto, su tercer aparato del día. Se hundió hasta la décima posición y acabó desmoralizado: "Es una oportunidad perdida, otras más, igual que en Atenas", se lamentó Martínez a la agencia Efe.

El campeón de Europa de 2005, el único gimnasta español que puede competir con la élite al mejor estilo de Joaquín Blume, anunció tras la competición que Pekín es un antes y un después. Que se especializa. Que no volverá a hacer "ni salto ni anillas".

Es una decisión que ya tomó hace muchos años Gervasio Deferr -hace cuatro de los seis aparatos para triunfar en suelo- y que es fácil de explicar, sobre todo cuando el cuerpo empieza a quejarse. A sus 24 años, Rafa tiene dos Juegos Olímpicos y seis Mundiales en la mochila. Ayer se despidió de los de Pekín con dos dedos de la mano pegados con esparadrapo y el hombro izquierdo, el que no le ha dejado entrenarse bien los últimos días, sujeto para reducir el dolor de antiguas lesiones. Y con una gran decepción. Venía a por la medalla y se le escapó.

Yang Wei, en su mejor aparato, las anillas.
Yang Wei, en su mejor aparato, las anillas.EFE

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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