El ídolo alemán regala la plata
En los Juegos Olímpicos de Atenas, Fabian Hambuechen se ganó un sitio en el corazón de los alemanes. Con 17 años, menudo, el pelo rubio, rizado, y gafas de estudiante, aquel niño le plantó cara a la élite de la gimnasia y el país que inventó este deporte soñó que Andreas Wecker -un oro, una plata y dos bronces entre Barcelona y Atlanta- tenía sustituto. Fue séptimo en barra fija, en el mismo ejercicio que le dio el oro en 1996 a Wecker. La promesa se cumplió en los Mundiales de Stuttgart, donde ganó ese mismo ejercicio y, sobre todo, se colgó la plata en el concurso completo. Hambuechen llegó a Pekín para defender esa plata. el oro difícilmente se lo arrebatarían al chino Yang Wei.
En la final por equipos Alemania terminó cuarta, en parte porque a Hambuechen se le resbaló una mano en el ejercicio que, teóricamente, más domina y se fue al suelo. Ayer tuvo oportunidad de resarcirse. En la última rotación entró el penúltimo en la barra fija. Apenas unos segundos después, en la primera suelta, un Kovacs con pirueta que ha repetido mil veces, salió disparado y, aunque logró agarrar la barra con una mano, acabó en el suelo y perdiendo la medalla de plata que se había ganado con su actuación en los anteriores ejercicios. "¿Qué he sentido? ¡Pum! ¡plas!. Y dolor", dijo después, malhumorado, aquel niño -tiene sólo 21 años e hizo su primer Mundial con 15 años- que cautivó a su pueblo, tras su segunda caída en su mejor prueba.
Le quedan tres oportunidades: las finales de suelo (el domingo), paralelas y, sobre todo, barra (ambas el martes). Físicamente está preparado, garantiza Wolfang, su padre y entrenador, pero el tío Bruno reconoció estar preocupado: es su psicólogo y teme que las dos caídas le pasen factura. Mientras Hambuechen se cae, sigue la pesadilla alemana en el concurso completo: no ganan una medalla desde que Alfred Schwarzmann se colgara el oro ante Hitler en 1936.
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