_
_
_
_
Trotamundos | EL VIAJERO HABITUAL
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

No admitidos en una discoteca

El guapo actor guipuzcoano ha dado vida al inspector Montoya en la serie Los hombres de Paco y acaba de interpretar a Almíbaro en una nueva versión de Miles gloriosus, de Plauto, aplaudida en el Festival de Mérida. Tiene muy claro el viaje del que quiere hablar: el que hace poco le llevó con un amigo a Brasil, con una parada previa en Nueva York.

¡Disfrutaría de lo lindo!

Imagínate. Manhattan lo pateamos enterito, enterito. Harlem fue la zona que más me sorprendió por su colorido. Y porque juegan a la pelota vasca en las pistas del barrio.

¿Tuvo tiempo de vivir la noche neoyorquina?

Salimos por el Meatpacking District un par de veces y lo pasamos en grande. Estuvimos en APT, un club en el que pinchan funky y hip-hop que simula el aspecto de un apartamento grande. El segundo día intentamos entrar en el exclusivo PM, donde las cosas funcionan a lo Studio 54: sale un relaciones públicas y elige a dedo a la gente guapa que puede entrar. Nosotros íbamos desastrados y sin afeitar, así que nos quedamos fuera riéndonos con el resto de los repudiados: casi todos eran de origen hispanoamericano.

Vamos, que llegaron en el punto perfecto para relajarse en Brasil.

Y eso fue justo lo que hicimos. Nos pasamos la práctica totalidad del viaje en Morro de São Paulo, una islita frente a Salvador de Bahía, donde las calles son de arena. Fue genial, porque conocimos a una señora a la que bautizamos como "La reina do Morro", que nos recordaba a Lola Flores. La tía está forrada porque había tenido algo que ver con el hallazgo de los restos del transatlántico Príncipe de Asturias

[que se hundió frente a Brasil en 1916] y vivía tranquilamente en la isla regentando un hotelito al que nos invitó. Lo mejor era que nos trataba como a sus hijos. Nos traía el desayuno a la cama y todo. Aún hablo con ella por teléfono todos los meses.

Viviendo a cuerpo de rey y con poco que hacer, entonces.

Sí, la verdad: podías nadar, tomar el sol, montar a caballo o ir a revolcarte a una zona de la isla donde había unos barros fantásticos. Era una gozada rebozarse entero y luego meterse en el agua transparente y dejar que el mar te lavara la piel. ¡Y cómo te la dejaba de suave!

Andrés Sánchez Braun

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_