Las virtudes discretas de Calixto III
Una exposición rememora a Alfons de Borja a los 550 años de su muerte
Calixto III, el primer papa valenciano, contribuyó decisivamente muchos años antes de ser elegido pontífice al fin del Cisma de Occidente, el periodo en el que hasta tres papas distintos se disputaron el trono de la Iglesia católica. Y, ya dentro de la anécdota, reabrió y anuló el juicio que condenó por brujería en 1431 a Juana de Arco y llevó a la hoguera a la Doncella de Orleans.
Obispo de Valencia desde 1429, se marchó en 1432 y no volvió nunca
Enviado a Peñíscola, contribuyó con su diplomacia al fin del Cisma de Occidente
Su pontificado solo duró tres años (1455-1458) pero la importancia histórica de este Papa, a menudo, soterrada por la de parientes más mediáticos, como su sobrino Roderic Borja (el papa Alejandro VI entre 1492 y 1503), queda patente en una exposición que ayer se inauguró en la Casa de la Cultura de Xàtiva, con motivo del 550º aniversario de su muerte en Roma.
La exposición, de carácter didáctico, pone de relieve las virtudes discretas de un papa cuyos méritos han quedado ocultos bajo la sombra de otros pontífices a los que los historiadores han prestado mucha más atención, en un siglo bastante convulso en temas políticos y religiosos.
La exposición hace un recorrido biográfico en tres etapas por la vida de Calixto III, desde su nacimiento en un contexto histórico muy relevante para las tierras valencianas hasta su etapa en Roma, pasando por su periodo de formación. Alfons de Borja, que así se llamaba el primer pontífice valenciano, nació en 1378 en La Torre de Canals, en aquel momento perteneciente a Xàtiva. Era descendiente de una familia originaria de Borja (Zaragoza) que participó con Jaume I en la conquista de las tierras valencianas. Estudió Derecho en Zaragoza y se doctoró en Derecho Canónico y Civil en Lleida. En aquellas fechas se convirtió en protegido del antipapa Benedicto XIII, una de las partes implicadas en el Cisma de Occidente, que dividía a la Iglesia católica desde 1378. Nombrado canónigo de la catedral de Lleida, también entró en 1417 al servicio, como canciller, del rey Alfons el Magnànim, Alfonso V de Aragón, que casualmente murió el mismo año que Calixto III.
Aunque partidario de Benedicto XIII, el rey quería un mayor acercamiento con Roma. Para ello, envió a Alfons de Borja a Peñíscola, que convenció al sucesor del antipapa, Clemente VIII, de que abdicase en Martín V, acontecimiento que puso fin en 1429 en Sant Mateu al cisma.
Tras ello fue nombrado aquel mismo año obispo de Valencia, ciudad en la que solo permaneció tres años, pues luego acompañó al rey en su campaña en Nápoles. A partir de ahí, su carrera cogió impulso. En 1444 fue elegido cardenal, y a la muerte de Nicolás V, fue elegido Papa. Con fama de nepotista por nombrar príncipes a sus dos sobrinos, Luis Juan y Roderic, la exposición hace sobre todo hincapié en el papel del papa como estabilizador de los estados italianos. De hecho, hasta se enemistó con la Corona de Aragón por defender que Nápoles pertenecía a la Iglesia.
La muestra también se detiene en el impulso que dio a la cruzada tras la caída de Constantinopla (1453) a manos de los turcos. Logró la reconquista de Belgrado pero la cruzada fracasó.
La consejera de Cultura, Trini Miró, inauguró ayer en Xàtiva, en presencia del alcalde Alfonso Rus, la exposición Calixt III, un papa valencià, comisariada por Miquel Navarro. La muestra forma parte, aunque al igual que los actos de Alfons el Magnànim de forma muy colateral, del Any Jaume I, organizado por la Consejería de Cultura para conmemorar el 800º aniversario del nacimiento del rey. La exposición tiene carácter itinerante. Y tras Xàtiva, viajará a Pego, Castalla, Monòver, La Nucia... En total se podrá ver en 10 localidades de las tres provincias.
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