_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nacionalismo empresarial

He tenido que poner orden en mi pensamiento perplejo antes de abordar este tema, empezando por el título. He dudado entre De dónde son los ricos, La patria de las empresas y algún otro. Entiéndase que voy a abordar el asunto de la venta de Unión Fenosa, mal considerado, creo yo, como desgalleguización de la compañía, ya que no va haber más o menos accionariado gallego después de la entrada de Gas Natural. Me llama muchísimo la atención como de forma acrítica y sin matices la mayoría de la opinión pública y/o publicada tienden a valorar como una condición relevante la galleguidad del accionariado de determinadas grandes compañías.

Choca este consenso general, que creo que bien podemos denominar como nacionalismo empresarial, con un contexto en el que para ejercer y defender el nacionalismo político hay que aportar casi de inmediato matices sobre la unidad del Estado español y de respeto a la diversidad cultural e ideológica. Dicho de otra forma, está demasiado extendido que el nacionalismo político no tiene apellidos, cuando son evidentes, sin embargo, las diferencias e incluso antagonismos entre el nacionalismo de Hitler o Franco, el de un terrorista de ETA, el de Chávez, el de Arzallus, el de Carod Rovira o el de un votante del BNG.

Lo que hay que defender son las inversiones, los puestos de trabajo en Galicia y el retorno social

Es decir, hay nacionalismos de derechas y de izquierdas, buenos, malos y regulares. Para muchos, la defensa de lo nacional en Galicia y, en general, en los países sin Estado es una forma aplicada de ser de izquierdas y de pensar la democracia, aunque podamos y tengamos que admitir que haya ciudadanos de derechas que también se pretendan nacionalistas. En todo caso, contrasta esta dialéctica con la admisión sin fisuras de que se pueda ejercer o defender el nacionalismo empresarial sin mayores aclaraciones. Permítaseme que, para no embarullar más el asunto, deje fuera el pasional nacionalismo deportivo.

En la economía, para bien o para mal, globalizada lo que es relevante y decisivo es la titularidad de las marcas industriales y comerciales y el control de la logística y la distribución. Fuera de eso y en el caso concreto de Fenosa, lo que hay que defender es el nivel de inversiones y de puestos de trabajo en Galicia y el retorno social que tenga para Galicia la aportación de tantos recursos naturales, fundamentalmente, el agua y el viento. Pero esto había y hay que defenderlo igualmente antes, después y durante la hegemonía de Gas Natural en la compañía. De la misma forma a cualquier compañía, tenga o no tenga mayoría gallega en su accionariado, no se la puede eximir de su "responsabilidad social corporativa" que la compromete con su entorno y con el respeto a los derechos individuales y colectivos de la comunidad.

Hace unos meses, asistimos también a una controversia similar respecto a la venta de Fadesa a Martinsa. Recuerdo que en aquella ocasión, el conselleiro de Industria invocó con sensatez que era ya más estratégico el sentido que a partir de ese momento le diese a sus inversiones el triunfal Manuel Jove que el mantenimiento del domicilio social de la compañía. Como la economía es así, en mala hora podríamos imaginar que la única galleguidad de Martinsa-Fadesa que estaríamos discerniendo ahora fuese la domiciliación judicial de su suspensión de pagos.

Espero, sin embrago, que los deseos de Fernando Blanco sobre las inversiones en Galicia de Jove se cumplan y, hasta donde yo pueda saber, entiendo que en gran parte está siendo así, aunque no he percibido el mismo nacionalismo empresarial y entusiasmo en la valoración de que el 5% del capital del BBVA tenga la titularidad de un gallego, Manuel Jove, precisamente.

Disculpen, lectores, que el pensamiento basado en perplejidades produzca poco más que más paradojas. Por concluir con ellas no quiero acabar sin señalar las perversiones que se generan cuando se conjugan el nacionalismo empresarial y el deportivo ¿Qué otra consideración pueden merecer las pretensiones de algunos de que las cajas de ahorros o Inditex saneen las deudas del Deportivo y del Celta?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_