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Reportaje:Fiestas de la Blanca

La transición de las barracas al 'katxi'

Dos blusas reflexionan sobre el cambio en la diversión de los animadores de las fiestas de Vitoria - Censuran que el Ayuntamiento les ignora y que quiere echarles del centro

Luis López de Arroyabe (Vitoria, 1950) cumple en este 2008 su 30 aniversario como blusa, primero en la cuadrilla Los Desiguales y desde 1979 y hasta hoy en Belakiak, formación que él mismo fundó junto a otros jóvenes de aquella Vitoria efervescente de los primeros años de la transición. Por su parte, Víctor Carnero (Vitoria, 1975) pertenece a esa generación que no ha conocido el franquismo ni en la cuna, que ha crecido con la democracia y que ha vivido la libertad de la fiesta. Pertenece a la cuadrilla Zintzarri.

Ambos viven la fiesta de manera muy diferente, coinciden en algunas valoraciones y ven futuro al personaje festivo que encarnan desde el rosario de la aurora del 5 de agosto hasta la subida del Celedón en la medianoche del día 9. Son blusas activos, de los incombustibles que animan las calles acompañados de su cuadrilla y la correspondiente fanfarria durante el día y hasta que cuerpo aguanta.

Víctor Carnero (1975): "Lo de antes era respetable, pero también hoy en día hay animación sana en las cuadrillas"
Luis López de Arroyabe (1950): "Cuando empecé a salir de blusa eramos trece cuadrillas y no andábamos de bar en bar"

Luis López de Arroyabe: "Hemos pasado de las fiestas de los toros a las fiestas del katxi; ahora los jóvenes parece que sólo tienen un objetivo, beber. Cuando empecé a salir de blusa, éramos trece cuadrillas, y nos divertíamos de otra manera diferente: no andábamos como ahora de bar en bar con la jarra, que parecemos de la Liga Alcohólica. Ahora ya ni vamos a dianas, ni se almuerza. Además, el mediodía era para el entorno familiar, después del concierto de La Florida, a comer en casa; el ambiente de la cuadrilla comenzaba con los toros, seguía con la cena y terminábamos en las barracas. Pero todo eso ya ha desaparecido".

Los recuerdos de López de Arroyabe son pura nostalgia por un tiempo pasado que en su caso le trae excelentes recuerdos, remedando la célebre sentencia del escritor Manuel Vázquez Montalbán: "contra Franco vivíamos mejor". Aquella Vitoria familiar, entrañable, en la que casi todo el mundo se conocía celebraba La Blanca como si fuera un jolgorio íntimo, nada masivo. "Los amigos alternábamos todo el año, nos conocíamos entre todos los grupos de jóvenes de la misma edad, porque existía eso que hoy ha desaparecido, el poteo. Hoy las cuadrillas de blusas no son tanto cuadrillas de amigos, como asociaciones de grupos de jóvenes, de 'amiguetes'", apunta. Y lo explica con un detalle significativo: "Nosotros reservamos todos los años una partida de unos 5.000 euros por si un compañero tiene una necesidad y requiere ayuda".

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Víctor Carnero: "Es cierto, hay mucho chaval que aprovecha el paseíllo para emborracharse; no cabe duda. Pero es que los tiempos son diferentes. Lo de antes era respetable, pero también hoy en día hay animación sana en las cuadrillas. Pero lo que no se puede pedir, en estos tiempos, es que la gente que forma parte de las cuadrillas de blusas vaya a animar el ambiente de las barracas".

No cabe duda de que otras son las vivencias de este miembro de Zintzarri, la última cuadrilla que se ha fundado, en 1994, procedente, como suele ser norma, de una escisión de otra, en este caso, Gasteiztarrrak. "Las fiestas son diferentes: antes se animaba con txistu, ahora con fanfarria; antes la gente acudía a los toros, ahora se prefiere la pelota; antes se trasnochaba menos; ahora se prefiere la madrugada. Sólo creo que se debe mantener una cualidad que ha caracterizado al blusa desde sus orígenes: el estar activo de las diez de la mañana hasta que el cuerpo aguante, sin parar de saltar, bailar y divertirse, con respeto por la gente que está alrededor. Nuestro deber es ser los dinamizadores de las fiestas".

Estas dos cuadrillas, Belakiak y Zintzarri, organizan actividades paralelas al programa oficial de las fiestas. Los primeros, por ejemplo, han cobrado fama con su "baile del platanito", en el que la pareja ejecuta la melodía correspondiente con sus bocas unidas por una banana; ganan aquellos que aguantan más tiempo comiéndose el plátano y bailando al mismo tiempo. La cuadrilla Zintzarri organiza una gran carrera de sacos para niños de carácter benéfico.

Blusa se nace y se hace, pero siempre llega un final, antes o después. "Casi siempre es la boda, aunque no sea mi caso, con la que llegan nuevas costumbres al hogar", comenta con sorna López de Arroyabe. También influye, sobre todo en los últimos años, la economía. "Cada vez, salir de blusa cuesta más, aunque se intenta ajustar, porque hasta entre las propias cuadrillas hay una competencia brutal a la hora de pactar precios; este año, nos han quitado el restaurante al ofrecer otra formación tres euros más por persona", comenta el de Zintzarri.

Lo cierto es que aquella solidaridad fraternal que recordaba su compañero de Belekiak ha desaparecido. "No hay nada de unión entre las cuadrillas. Lo que más cuesta es la música y ni siquiera nos ponemos de acuerdo entre nosotros para poner un tope en el precio que se paga a las fanfarres".

Cualquiera diría, a la vista de los últimos comentarios, que los blusas tienen los días contados. Así lo dejan entender ambos. No tanto por la vitalidad de este animador festivo, que alcanza las 2.000 personas, como por las trabas que imponen los costos para mantener el ritmo de fiesta y el propio Ayuntamiento. Aunque, por un lado, reciben una notable subvención, por otro, denuncian que la indiferencia es total. "La actual concejala de Cultura sería la mujer más feliz del mundo si no hubiera un blusa en Vitoria", dice Víctor Carnero. "Nos quieren quitar el paseíllo y hasta arremeten contra las furgonetas que llevamos, dicen que son artefactos, a lo que respondo que son vehículos refrigerantes", añade Luis López de Arroyabe, en referencia a esas camionetas tuneadas que acompañan a cada cuadrilla y que llevan la bebida con la que satisfacen la sed durante el paseíllo.

El Ayuntamiento, en sus palabras, les quiere echar del centro de la ciudad. "Nos incorporan en el programa de fiestas, a disgusto. Por parte de las instituciones, nos ponen más zancadillas que apoyo", denuncia Carnero. "Y si nosotros desaparecemos, se acaban las fiestas de Vitoria; lo que quieren es que se conviertan en las de San Sebastián: fuegos artificiales y cucurucho helado, con el jersey sobre los hombros", comenta.

Y López de Orrayabe añade: "Sólo le interesamos al Ayuntamiento para que llevemos gente a la plaza de toros. Si queremos tener protagonismo en las fiestas tenemos que estar con el Ayuntamiento, eso lo tenemos claro. Por eso tenemos que fortalecer la comisión que nos representa".

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