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El circuito convierte la vida de los vecinos en una prueba de obstáculos

Los afectados piden medidas por las molestias de la F-1 en Valencia

Sara Velert

El estreno del circuito urbano de Valencia con la fórmula 3 el pasado fin de semana ha dejado sobre la mesa conclusiones contrapuestas. La competición de Fórmula 1 centrará las miradas sobre la ciudad y generará millones de euros de impacto económico, según la Generalitat, el Ayuntamiento y una parte de los ciudadanos, que ven en las carreras una oportunidad de extender la política de grandes eventos iniciada con la Copa del América.

"Las molestias y perjuicios han sido muy serios", opina la federación vecinal

La competición de Fórmula 1 centrará las miradas sobre la ciudad y generará millones de euros de impacto económico, según la Generalitat, el Ayuntamiento y una parte de los ciudadanos, que ven en las carreras una oportunidad de extender la política de grandes eventos iniciada con la Copa del América. El ruido ensordecedor de los bólidos, los cortes de tráfico y trabas al paso de peatones deterioran la calidad de vida de los habitantes de las zonas residenciales cercanas, critican, por el contrario, las asociaciones vecinales. Especialmente en el caso de Natzaret, que perderá hasta finales de agosto la conexión peatonal directa con El Grau y la Malva-rosa por las obras del circuito.

"Se hará lo posible para que la incidencia sea mínima", y se "mejorará" la información sobre desvíos de los autobuses y las restricciones al tráfico, destacaron ayer fuentes municipales. Además, "este es el primer año de la F-1", por lo que la maquinaria está por engrasar, admiten en el Consistorio, al que llegan las quejas vecinales, pero también las exigencias de los organizadores de las carreras para lograr el máximo de facilidades.

Las críticas por el impacto del circuito se amontonan tras el ensayo general del pasado fin de semana. "Las molestias y los perjuicios para los vecinos de los barrios afectados han sido muy serios, y nos tememos que lo peor, en cuanto a contaminación acústica y medioambiental, todavía está por llegar", advirtió ayer en un comunicado la Federación de Asociaciones de Vecinos de Valencia. Le siguieron otros de la Associació de Veïns y Veïnes de Natzaret, de la del Cabanyal-Canyamelar -que discute el interés general del evento- y de la plataforma Fórmula Verda -que pidió la suspensión de la prueba de agosto y el traslado de la F-1 a Cheste-.

Los vecinos de Natzaret se han llevado la peor parte al quedar cortado el tránsito de peatones por el puente de Astilleros. Al menos hasta que esté terminado el puente de l'Assud de l'Or sobre el viejo cauce del Turia, también son mayores que en otras zonas los desvíos para vehículos, y más largos los itinerarios en autobús. Un ejemplo del comunicado de ayer: "El jueves [un día antes de los entrenamientos de F-3] costó una hora y 20 minutos ir de Natzaret al centro de especialidades sanitarias de Padre Porta con la EMT. El tiempo normal es de 10 minutos". Otro ejemplo lo ilustra la fotografía de esta información, en la que se ve a Chris Hadfield, con casa en Londres y Valencia, cargar con su bicicleta al final del puente de Astilleros, frente a los tinglados del puerto. "Desde luego, no es un carril bici", comentaba con sorna en el estrechísimo pasillo de cemento entre vallas que aprisiona al peatón al final del puente si pedalea o camina desde Nazaret hacia el puerto. "¡Buf, aquí te la juegas! No hay paso para peatones, yo no vuelvo", añade al otro lado Miguel Barnés, que en su paseo en sentido contrario, hacia Natzaret, ha compartido calzada con los coches en parte del puente.

Los viandantes se topan junto al puerto con una gran rotonda llena de conos, máquinas de la obra y coches. Cada uno cruza como puede, ya que sólo hay un paso de peatones habilitado. Si el destino no es el cuartel de la Guardia Civil o la Autoridad Portuaria, de poco sirve ese paso porque el peatón acaba en medio de la obra frenética del circuito. Para alcanzar la estación marítima, más vale dar un rodeo. Hay un antiguo paso de peatón cortado por un bloque de cemento armado, pero se puede sortear y esperar a que no haya tráfico. Una carrera de obstáculos para la que los vecinos piden soluciones, como pasos peatonales. La federación vecinal, además, pide mediciones del ruido y mejoras en el transporte público.

El paso al puerto al final del puente de Astilleros es tan estrecho que obliga a cargar la bicicleta, como le ocurrió ayer a un ciudadano.
El paso al puerto al final del puente de Astilleros es tan estrecho que obliga a cargar la bicicleta, como le ocurrió ayer a un ciudadano.JOSÉ JORDÁN

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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