Isidre Molas o el equilibrio tenaz
Mi compañero juvenil de aventuras clandestinas, Isidre Molas, ha sido elegido presidente del PSC y sucede en el cargo a Pasqual Maragall, otro copiloto suyo del ya lejano pero influyente FOC. El valor singular de ambos, causa y efecto de su mérito pensador y político, reside en ser símbolos, por saber agrupar gentes diversas, trenzar acuerdos, condensar energías colectivas, sintetizar ideas, prever futuros e imaginar ambiciosos proyectos creadores con vocación utópica y posibilismo realista. Para ellos, la Política con mayúscula crea civilidad y un sentimiento comunitario que vincule a personas libres e iguales a la justicia solidaria y a la felicidad. Todo ello para crear una auténtica nación. Tal ideal lejano no impide, más bien requiere, abrir en todo momento la brecha por la que penetre la utopía revolucionaria, pues, como creía Walter Benjamin, "cada instante contiene potencialmente la fecha de consumación del mundo". Los versos del Molas estudiante veinteañero bajo el franquismo son bien reveladores: "La gent es desperta i s'uneix / al seu pas. Porten martells, / una aixada, els llibres,claus angleses / la fiambrera, la vida i el calendari de l'any vinent". Y en 1981 publicó el libro La ciutat llunyana, magnífica síntesis de su rico y profundo saber, teórico y empírico, del socialismo. Vale la pena, por su significación actual, transcribir, traducidas, sus palabras finales: "Construir una sociedad nueva exige personas que quieran y sean capaces de actuar de acuerdo con sus principios, sobre todo en condiciones hostiles. No creo que haya otra garantía frente a la tendencia de la izquierda a ser tan sólo gestora, que la textura moral y política de sus adheridos. Y no es fácil. Eso no se enseña en cursillos. Se aprende queriéndolo, equivocándose y volviendo a empezar. Pero querer es ya un comienzo de poder".
Durante medio siglo ha sido un eje tenaz y equilibrado de la reconstrucción nacional catalana
Durante medio siglo, Isidre Molas ha sido un eje tenaz y equilibrado de la reconstrucción nacional catalana. Frente a los equilibrismos funámbulos de otros partidos, siempre expuestos a caer de su floja cuerda, Molas simboliza, y por eso preside, una formación política que en todo pretende el equilibrio: ideológico, social, lingüístico, territorial, etcétera. El fiel de la balanza se llama así por hacer justicia fielmente a la igualdad de sus pesos, sopesando su posible desigualdad para ser justo, como en el caso de las balanzas fiscales. Tal eje puede así ajustar proyectos diversos. Molas y Urenda soldaron en la cárcel las dos partes partidas del tan simbólico FOC. Él y Reventós pactaron una convergencia de grupos socialistas que fundó el PSC (C) posterior y acabó uniendo por primera vez histórica a todo el socialismo catalán, a partir de un solo pueblo con distintos orígenes. Según Maragall, Molas incluso bendijo la deriva pujolista de dos notables ex FOC como Roca y Gasòliba porque podrían equilibrar con su progresismo a los conservadores y hacer de CDC un partido no tanto nacionalista como nacional, de centro derecha civilizado que compitiera con las izquierdas en el resurgir de la nación de todos. En el primer Parlament, la vicepresidencia de Molas preludió la equidad democrática de Joan Reventós y, en los años noventa, nuestro político inspiró y dirigió la Entesa Catalana de Progrés para el Senado, embrión del Gobierno maragalliano. Sus discursos (sobre todo, el que defendió el Estatuto) y su repetida vicepresidencia son punta de lanza entre los socialistas de una reforma federalizante, fiel a la tradición de las izquierdas catalanas.
Molas, como persona y digno Libra astrológico, tiene un eje vital, compartido por Elisabet Laplana, que rige la armonía propia de un hijo de músico. Su doble condición de político y profesor pone su obra histórica y politológica sobre Cataluña, sus partidos, ideologías y movimientos sociales, al servicio del país y su gente, y hacen de él un raro ejemplar de intelectual comprometido, dirigente político e influyente ideólogo. En la raíz de múltiples proyectos, estrategias y decisiones del PSC se halla, sin duda, su pensamiento. En siglos pasados hubiera sido el líder indiscutido de las izquierdas. Hoy es el político más respetado por su partido junto a José Montilla. Éste no le propuso un cargo de tanto simbolismo por equilibrismos tácticos compensatorios entre las dos supuestas almas del PSC, sino para ser el eje humano, moral y político de un único socialismo catalanista, equilibrado y equilibrador. Como dijo Molas: "El país hay que pensarlo entero". La fiel tenacidad que representa su pipa inseparable no la simbolizaría yo con la clau anglesa de su juventud, sino con la tenaza; algo definido como "herramienta que sirve para sujetar cosas fuertemente y tirar de ellas". Qué mejor símbolo de equilibrio tenaz para el PSC y la Cataluña actual o futura que Isidre Molas.
J. A. González Casanova es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona.
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