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Colegios inestables

La movilidad del profesorado pone en peligro los proyectos educativos de algunos centros - El 83% de la plantilla de un centro de Carranza cambia con el curso

La estabilidad de la plantilla docente es uno de los activos más importantes de cualquier colegio. Esa continuidad del profesorado les permite plantear proyectos educativos a largo plazo con los alumnos. Justo lo contrario de lo que ocurre con el colegio público Kontxa, en el Valle de Carranza, situado a 50 kilómetros de Bilbao.

Las previsiones son que el 83% del profesorado que impartirá clase en el centro el próximo curso 2008-09 sea nuevo. Pedro Larrinaga, presidente de la Asociación de Padres y Madres del colegio, se encuentra harto, pero sobre todo, está "preocupado" por la situación.

Los cambios de plantilla afectan más a los colegios de zonas rurales

"En estas condiciones de inestabilidad es imposible dar continuidad a los proyectos. Hasta el director está por un año", se queja. Según Larrinaga, las distintas solicitudes y entrevistas mantenidas con el delegado de Educación en Vizcaya, con los inspectores y hasta con el Ararteko no han dado ningún resultado positivo.

El problema de inestabilidad de los docentes al que se enfrenta el colegio Kontxa también lo sufren, en mayor o menor medida, muchos otros centros. Casi la mitad de los maestros de la red pública ejerce en una plaza provisional de un sólo año de duración. Esto significa que uno de cada dos profesores sólo sabe dónde dará clase durante un curso. Cuando lo finalice, tendrá que someterse de nuevo a un proceso de adjudicación de plazas, como el que estaba previsto en este mes de julio. En ese proceso, los profesores que no tienen destino definitivo van eligiendo plaza para el próximo año. La provisionalidad no ha dejado de crecer, aunque con las dos ofertas públicas de empleo que ha promovido el Departamento de Educación (una en 2007 y otra el pasado junio), la esperanza es ir rebajando el índice de interinidad.

Esta elevada provisionalidad pone en peligro los proyectos educativos, advierte Larrinaga. "La escuela falla, los docentes no se implican en el trato con los niños. Cumplen con su trabajo, pero un colegio necesita un horizonte más amplio que el del día a día, requiere proyectos a medio plazo".

En el caso del colegio Kontxa, con 180 niños de las etapas de Infantil y Primaria y 16 profesores en plantilla, hay un problema añadido: su lejanía de los centros urbanos. Garbiñe Aja, madre de un niño que acude a este centro y miembro del Consejo Escolar del mismo, aboga porque el departamento conceda una especie de estatus especial al centro, que de alguna manera obligue a fijar al profesorado. "El colegio cuenta con su plantilla, pero muchos docentes piden comisiones de servicio porque les pilla muy lejos o tienen otros planes. El departamento debe tener en cuenta las dificultades históricas del centro para fijar la plantilla, atendiendo a su situación geográfica".

Educación asegura que el próximo curso fijará a 12 profesores de manera definitiva, siete de ellos forzosos, con lo que presumiblemente se dará estabilidad al colegio. Sin embargo, la experiencia de Aja no es esa. "Los definitivos forzosos y la mayoría de los no forzosos solicitan el traslado cuando pueden hacerlo, a los dos años. Eso significa que en el curso 2010-11 nos encontraremos con una situación similar".

Los colegios más alejados de las ciudades importantes son los que sufren en mayor medida la inestabilidad. Hasta el año pasado, los profesores sustitutos, que no tienen plaza fija, estaban obligados a coger la vacante que les toca por orden de lista; pero cuando el posible destino se encuentra a más de 50 kilómetros de su domicilio pueden renunciar sin perder derechos en esa lista de sustituciones.

Los colegios de la Rioja Alavesa, por ejemplo, se las ven y se las desean para poder completar su plantilla al inicio del curso. Educación ha endurecido los criterios de asignación de plazas para el próximo curso para evitar que se produzcan situaciones como las vividas en septiembre pasado, cuando se iniciaron las clases y en varios centros no había suficientes profesores.

¿Y la granja escuela?

Además de no implicarse a fondo con la filosofía del centro, los padres del colegio Kontxa señalan otra consecuencia de la inestabilidad: la desaparición del programa de actividades complementarias y extraescolares, fundamentalmente la biblioteca y la granja escuela El Mato. Un profesor interino es el que puso en marcha los dos proyectos y lleva dirigiéndolos 16 años, pero ahora tendrá que dejar el colegio con la llegada de los docentes forzosos. "¿Alguien se va a hacer cargo de un proyecto con la dedicación del que está ahora, cuando saben que a los dos años se irán?", se pregunta Pedro Larrinaga

Educación ha ofrecido a los padres la posibilidad de que un profesor con la plaza fija en el centro solicite el proyecto, que el interino pida plaza en el colegio y que mediante un acuerdo interno se realice un cambio de plaza. "Como no hay profesores definitivos suficientes que sigan en el colegio, esta posibilidad resulta inviable", recalca Larrinaga. Los padres plantean que se arbitre un sistema de provisión específica de plazas en régimen de comisión de servicios con continuidad, abierto a funcionarios e interinos, de manera que el profesor que lleva la granja escuela pueda seguir.

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