El retorno

No es posible -en puridad- hablar de retorno cuando nos referimos a alguien que nunca se ha ido. Este es el caso de Tomás Arribas, fundador y responsable de El Poblet desde su inauguración hasta hace algunos años, en que Quique Dacosta de forma paulatina se fue haciendo cargo de aquella restauración, transformándola con criterios innovadores que han proporcionado el mayor de los éxitos.

Pero la culinaria de siempre, realizada con calidad y ajustada a las tendencias de lo que se llamó nueva cocina, esto es liberada de sus grasas y ardores, y que ahora ya es un clásico, bullía en la mente de Arribas y lo desasosegaba. Pues dicho y hecho, ahora con nuevo local y grandes instalaciones, se interna de nuevo en los arroces y las carnes, las brasas y los mariscos.

Atendiendo a la evolución de los asadores admiremos los pescados a la brasa, realzados en su sabor por los aromas que le brindan las distintas maderas que los perfuman, hechas un ascua: enebro, olivo, haya o sarmiento, según el sabor original y las grasas de cada ejemplar. O las gambas de Dénia, también asadas con la madera y aliñadas con una pulverización de aceites perfumados en el mismo lugar de su cocción. Clásicos de la cuchara como la caldereta de langosta o los garbanzos con mariscos. Suquet con pescados de roca y clótxinas o arroces de cualquier condición dan idea de la carta con que se adorna el restaurante base, que se ve completado con una suerte de oyster bar en el que degustar Gillardeau o fines claires, especies intemporales, y que nos cuentan se completará con un teppayaki español, técnicas japonesas para producto local.

La primera visita ha sido un éxito. Hay que congratularse del renacimiento de un clásico que nunca murió.