En el desván del deporte
La verdad, lo genuino, siempre suele estar en la trastienda. No importa de dónde, de qué o de quién. En mi caso, lo que me llevó al desván de la memoria a recordar que aún no había ido a la exposición Sportman sobre las revistas pioneras del deporte catalán debió de ser la visión, en su primer partidillo, de la nueva camiseta retrofundacional que luce el Barça y el hecho de que ahora se entrenen tanto, si bien no sabría decir qué me resultó más chocante: si el restyling de la camiseta de Gamper o que un azulgrana trabaje dos veces al día.
En el Archivo Històrico de la Ciudad, en la barcelonesa Casa de l'Ardiaca, lo de siempre: congestión turística en la puerta y el patio, y casi nadie en la exposición. Si acaso, esporádico y fulgurante asomo de cabeza o algún despistado total, como un argentino con la zamarra albiceleste que, ya metido, aprovechó para hacerse unas fotos con las siluetas de dos pioneros boxeadores cruzándose los guantes. En verdad, tampoco hay mucho más que hacer o ver: una vitrina, que retiene nueve publicaciones deportivas catalanas del siglo pasado, rodeada de grandes reproducciones de algunas portadas. Y una pantalla lanzando más.
Pero la exposición tiene, claro, su trastienda. Está en su catálogo (La Magrana-Ajuntament de Barcelona), obra del periodista Gabriel Pernau. Incluso con excesiva modestia de recursos, el autor deja claro que, a pesar del overbooking de publicaciones deportivas que se dio en Cataluña desde 1860 (sólo en los años veinte del siglo pasado salieron más de un centenar de revistas y boletines especializados), dos fueron modélicas: Los Deportes (1897-1910) y Stadium (1911-1930).
La primera vino a ser la que recogió las inquietudes de esos gentlemen que hacían deporte por esnobismo, cuando los gimnasios, como el Centre d'Sport Gimnàs Català (Provença-Rambla de Catalunya), anunciaban aún salas de armas y "salón de lectura". Es la época en la que el fútbol era "foot-ball"; los equipos, "teams"; se era "champión", se "shootaba a goal" y se practicaba "law-tenis". A Stadium le tocó ya la eclosión del motor y las bicicletas, la aviación ("el mundo se ha enriquecido con una nueva belleza, la belleza de la velocidad", manifestaba Marinetti en 1909), el boxeo, los grandes estadios...
La letra pequeña de las portadas da para mucho. Y repasarlas es remover papeles en una buhardilla. Así, se pueden ver imágenes de la primera regata a vela de Barcelona (fiestas de la Mercè de 1883) o un Barça que en 1905 compartía sesión fotográfica con el Español días antes del derby. Aparece también un marsellés, Bernat Picornell, haciendo proselitismo natatorio en la playa de la Barceloneta una fría mañana de enero de 1908, copando revistas que se planteaban si la mujer había de hacer deporte o no, bajo el peligro de que se convirtieran en "marimachos". ¿Y no es aquél Roland Garros, pero de "célebre aviador que ha efectuado sensacionales vuelos" sobre la Barcelona de 1914? ¿Y aquel otro Arthur Cravan, con su show boxístico-literario ante Jack Johnson en la Monumental?
Sí, hubo una época (1912, por ejemplo) en que Gamper expulsó al inglés Lambe porque quería cobrar; un momento (1917, por ejemplo) en que los waterpolistas se entrenaban para ir a los Juegos Olímpicos... en el depósito de Aguas de la Ciutadella y tras retirar la capa de verdín de la superficie. Pero enseguida, ya en la puerta de la buhardilla, Zamora fue al Español por 25.000 pesetas de 1925; Weissmuller, a pesar de sus 67 récords mundiales, sólo sería famoso en 1932 cuando pasó a ser Tarzán, y Uzcudun y Carnera llenarían Montjuïc (70.000 personas) y la actriz Margarita Xirgu sería portada por comprarse un Renault. Oh, les beaux jours! ¿Y si el Guardiola recogepelotas, el de Martí i Pol y Albert Cohen, llevara a sus chicos a ese desván?
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